PAPELES DEL PSICÓLOGO Vol. 43-1 Enero - Abril 2022

aspectos novedosos, como la gamificación, que están siendo incor- porados en la evaluación psicológica y educativa. Finalmente, destacamos la creación de los estándares de compe- tencias requeridas para poder usar test en los distintos campos de la psicología. Estos estándares son de obligado cumplimiento para los países miembros de EFPA que estén interesados en obtener certifica- ciones europeas de usuarios de test. Este proyecto se puso en mar- cha junto con la EAWOP ( European Association of Work and Organizational Psychology ) para el ámbito de la Psicología del Tra- bajo y las Organizaciones y, posteriormente, se generalizó a las áreas de Educación y de Salud. Estas certificaciones europeas, que acreditan las competencias de los usuarios de test, están siendo ya emitidas en países como Reino Unido o Suecia. Toda documentación referida a los distintos proyectos de la EFPA en materia de test, puede consultarse en http://assessment.efpa.eu/docu- ments-/. Las directrices y recomendaciones de la ITC pueden consultarse en https://www.intestcom.org/page/28. MIRANDO HACIA EL FUTURO La Comisión de Test ha cumplido veinticinco años, y en sus bodas de plata, además de la mirada a lo ya hecho, queremos hacer algunas re- flexiones sobre el futuro. Lo hacemos con suma prudencia, sabedores de que el futuro, como bien nos advirtió Séneca (2013), yace en la in- certidumbre, y que su naturaleza es líquida, evanescente y está plaga- da de cisnes negros, es decir, sucesos altamente improbables e impredecibles que cambian nuestras vidas, la pandemia por COVID- 19, fue el último (Bauman, 2002; Taleb, 2008). En los años venideros la comisión va a continuar fortaleciendo y potenciando las líneas de tra- bajo que ya tienen una sólida trayectoria, y para potenciar su eficacia y utilidad hay que tratar de mejorar su difusión entre los profesionales de la psicología. Como hemos señalado, en el último estudio de opinión sobre los test por parte de los psicólogos (Muñiz, et al., 2020), solo un 22.5% de los encuestados dijeron conocer una actividad central de la comisión como es la evaluación de la calidad de los test que se hacen públicas en la página web del COP. Tampoco la publicación de están- dares y recomendaciones sobre el uso de los test parece, en sí misma, suficiente parar cambiar las prácticas evaluativas (Rios y Sireci, 2014). Una vía para mejorar el impacto de las directrices relacionadas con el uso de test sería su inclusión de forma explícita en los planes de estudio de Psicología, principalmente a través de las asignaturas de Psicometría y Evaluación Psicológica. Algunas universidades ya lo hacen, incorpo- rando el modelo CET-R en las prácticas de Psicometría (Viladrich et al., 2021). En cualquier caso, se debe seguir trabajando en aumentar la vi- sibilidad y el impacto de las acciones de la Comisión de Test entre los profesionales, lo que redundará en un acortamiento de la distancia en- tre el mundo académico y la investigación y la práctica profesional (Elosua, 2012). Pero seguramente los principales retos futuros de la comisión tienen que ver con la creciente incorporación de las nuevas tecnologías a la evaluación. Los avances tecnológicos están influyendo de forma determinante en las distintas fases de la evaluación y en los propios instrumentos de medida. Por citar solo algunos ejemplos, la elabora- ción de los ítems, con contenidos multimedia, o basados en juegos, la obtención de puntuaciones y la elaboración de informes, que pue- de realizarse de forma automatizada, o el modo de aplicación de las pruebas, a través de internet, mediante aplicaciones adaptativas, etc. (Nieto et al., 2018; Parshall et al., 2010; Sanz et al., 2020; Se- elow et al., 2019; Sorrel et al., 2021; Wan y Henly, 2012). Todo ello genera nuevas necesidades y situaciones a las que hay que res- ponder. La reciente pandemia originada por la COVID-19 y su im- pacto en la evaluación psicológica, por ejemplo, muestran la necesidad continua de adaptación a nuevos entornos y el papel que puede jugar la tecnología en ese proceso. El confinamiento y el dis- tanciamiento social forzaron la necesidad de realizar evaluaciones a distancia y de administrar test de forma remota (Elosua, 2021), al- go que habría sido impensable hace décadas. Pero no solo eso, la tecnología, especialmente a través de teléfonos móviles y otros por- tables, también está contribuyendo al aumento de la evaluación am- bulatoria, que recoge información sobre las conductas, emociones, pensamientos, etc., de las personas, de una forma personalizada, di- námica, contextual y ecológica (Muñiz y Fonseca-Pedrero, 2019). Y estos avances permiten el uso de nuevos indicadores, tales como res- puestas fisiológicas, indicadores físicos, movimientos oculares, o in- formación proporcionada por las redes sociales. Este tipo de indicadores generan tal cantidad de información que las técnicas tradicionales de análisis de datos no son capaces de manejarlos, por lo que emergen nuevas metodologías de análisis agrupadas ba- jo la denominación de big data (Kosinski et al., 2013). Este tipo de datos también requieren nuevos modelos psicométricos, como los modelos de redes (Borsboom y Cramer, 2013; Fonseca-Pedrero, 2018), o los modelos de sistemas dinámicos (Nelson et al., 2017). Todos estos avances suponen grandes oportunidades para la eva- luación psicológica y tienen importantes ventajas. Tal y como seña- lan Simmering et al. (2019), en primer lugar, facilitan la recogida de datos dinámicos, en tiempo real, y permiten incluir información con- textual. Todo esto puede contribuir a aumentar la validez ecológica de las evaluaciones, y evitar la necesidad de responder de forma re- trospectiva o de generalizar a partir de una evaluación puntual me- diante un test tradicional. En segundo lugar, facilita el registro de información sobre procesos (tiempos de respuesta a los ítems, medi- ciones de la pupila, interacciones sociales) que puede resultar muy útil para obtener evidencias de la validez de las medidas de ciertos constructos, como el control de la atención o, a nivel grupal, la con- fianza o el liderazgo. En tercer lugar, permite no solo crear test adaptativos, sino que también puede dar a los individuos feedback personalizado en función de sus respuestas o de las puntuaciones globales en el test, lo que en sí mismo es una intervención que puede mejorar el aprendizaje y ciertos comportamientos. Asimismo, con la evaluación ambulatoria, la identificación casi inmediata de estados o situaciones de riesgo para la persona permitirá realizar acciones inmediatas que incrementen las posibilidades de éxito de la interven- ción. Finalmente, la posibilidad de presentar ítems audiovisuales o de realidad virtual permite crear situaciones más realistas que au- menten la validez ecológica de las evaluaciones y disminuyan cier- tos sesgos de respuesta como la deseabilidad social (Woods et al., 2020). Además, estos formatos suelen ser más motivadores para las personas, que se involucran más en las pruebas, lo que podría con- tribuir a reducir el error de medida. ANA HERNÁNDEZ, PAULA ELOSUA, JOSÉ RAMÓN FERNÁNDEZ-HERMIDA Y JOSÉ MUÑIZ 59 S e c c i ó n M o n o g r á f i c a

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