PAPELES DEL PSICÓLOGO Vol. 43-1 Enero - Abril 2022

4.5.1. Autoeficacia La autoeficacia desempeña un papel central dentro de la teoría so- cio-cognitiva propuesta por Bandura (1997). Este constructo hace referencia a la creencia del individuo en relación a su competencia para ejecutar una tarea, alcanzar una meta o superar un determina- do obstáculo con éxito, siendo uno de los determinantes más impor- tantes de la motivación y de la conducta humana. Cuanta más confianza muestre el individuo en su propia competencia ante una determinada situación, mayores serán las probabilidades de que in- tente afrontarla y se esfuerce y persista por superar las dificultades surgidas. Dada su influencia sobre los procesos cognitivos, afectivos y motivacionales (Schunk y DiBenedetto, 2020), un abundante cuer- po de trabajos ha destacado el papel de la autoeficacia como pro- motora y protectora de la salud y del bienestar de las personas (Chenoweth et al., 2017; Schönfeld et al., 2016). En este sentido, la autoeficacia favorecería la iniciativa del individuo por potenciar su crecimiento personal (Luszczynska et al., 2005; Ogunyemi y Mabe- koje, 2007). 4.5.2. Esperanza De acuerdo con Snyder (2000), la esperanza constituye un estado motivacional positivo definido por la combinación de un elevado ni- vel de energía orientada a la consecución de un objetivo concreto (agency) y la capacidad para planificar las rutas que llevan a lo- grarlo (pathways). En otras palabras, la esperanza requiere que el individuo confíe en que los objetivos pretendidos sean asequibles, así como en su capacidad para planificar las estrategias adecuadas para alcanzarlos. De esta forma, las personas que tienden a percibir su día a día con esperanza suelen albergar expectativas generaliza- das de éxito (Luthans y Jensen, 2002) y son más proclives a la bús- queda de su crecimiento personal (Meyers et al., 2015; Tong et al., 2010). 4.5.3. Optimismo El optimismo ha sido conceptualizado desde dos planteamientos complementarios. Uno, más circunscrito a una situación específica y otro, centrado en una percepción más generalizada de los eventos vitales. En consonancia con la primera perspectiva, Seligman (1998) define el optimismo como un estilo o una tendencia a expli- car los acontecimientos positivos que nos ocurren aludiendo a fac- tores internos, estables y generalizados (e.g., la inteligencia, la capacidad) y los acontecimientos negativos en términos de factores externos, inestables y específicos (e.g., mala suerte, un mal día). Es- te estilo se opondría al pesimismo, caracterizado por juzgar los acontecimientos positivos atribuyéndolos a causas externas, inesta- bles y específicas (e.g., la suerte, la ayuda de otra persona) y los acontecimientos negativos con base en factores internos, estables y generalizados (e.g., torpeza, falta de capacidad). Desde una pers- pectiva más global, el optimismo ha sido definido también como la expectativa generalizada respecto a que el futuro deparará resulta- dos exitosos (Carver y Scheier, 2001), en contraposición a la visión pesimista, cuya expectativa respecto a los eventos futuros tiende a la negatividad. Si bien el componente de optimismo que forma parte del capital psicológico toma en consideración los dos enfoques anteriormente descritos (Luthans y Youssef-Morgan, 2017), parece que las perso- nas que poseen esta característica son ciertamente flexibles y realis- tas en sus valoraciones (Snyder, 2000), de tal modo que son capaces de juzgar con objetividad si una determinada situación, sea de éxito o de fracaso, es atribuible a factores internos o externos. Las características inherentes al optimismo –expectativas futuras positivas, flexibilidad y adaptabilidad– hacen de este recurso psico- lógico un predictor significativo de la salud mental, actuando como factor de protección frente al estrés (Puig et al., 2021) y la depresión (Alarcon et al., 2013) y favoreciendo la experimentación de un alto crecimiento personal en diferentes poblaciones (Augusto-Landa et al., 2011; Segovia et al., 2015). 4.5.4. Resiliencia Equiparándolo a ciertos materiales capaces de soportar colisiones sin consecuencias, el término resiliencia ha sido adoptado en nues- tros días en la Psicología para hacer referencia a aquellos individuos que, ante situaciones denodadamente negativas como una guerra, una catástrofe natural, una enfermedad grave e incluso experiencias como la pérdida de empleo o una ruptura amorosa, no solo resisten su impacto, sino que logran una adaptación positiva. La capacidad resiliente, como nos expone Lemay (2000), entraña, pues, mucho más que resistir el golpe. Se trata de metamorfosearlo, en tanto que el individuo saca lo mejor de sí mismo, incluso aun no siendo inicial- mente consciente de sus propios recursos personales, y aprende a convivir con el sufrimiento de manera constructiva, desarrollando nuevas capacidades de adaptación. Supone la habilidad de pros- perar, madurar y mejorar las competencias en condiciones adversas (Gordon, 1996). Es precisamente esa capacidad de transformación, crecimiento y me- jora la que vincula la resiliencia al crecimiento personal, de tal manera que el individuo se vuelve más fuerte y exitoso ante la adversidad (Mas- ten, 2001), evaluando la misma como una oportunidad para desarro- llar las potencialidades individuales (Malaguti, 2005). Desde esta consideración, la resiliencia se erige en un poderoso recurso psicológi- co para favorecer el funcionamiento positivo óptimo de las personas (Di Fabio y Pelazzeschi, 2015; Seaton y Beaumont, 2015). 5. CONCLUSIONES Los Objetivos de Desarrollo Sostenible tienen entre sus prioridades la salud y el bienestar de los seres humanos. En consonancia con es- ta ambiciosa meta, el planteamiento del presente trabajo se adscribe a la prometedora línea de investigaciones que reivindican el rol pro- tector del crecimiento personal, conceptualizado como afán por lle- gar a ser lo mejor de uno mismo, en la salud mental. A la luz de los planteamientos de la Psicología positiva, sucintamente expuestos a lo largo de este artículo, el desarrollo de las potencialidades y capa- cidades humanas parece jugar un papel relevante tanto en la pre- vención y recuperación de condiciones y patologías altamente prevalentes en la actualidad, como la depresión, la ansiedad o el abuso de sustancias con potencial adictivo, como en la promoción CARLOS FREIRE, MARÍA DEL MAR FERRADÁS, JOSÉ CARLOS NÚÑEZ Y ANTONIO VALLE 69 A r t í c u l o s

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