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Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.

PAPELES DEL PSICÓLOGO
  • Director: Serafín Lemos Giráldez
  • Última difusión: Enero 2024
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Papeles del Psicólogo, 1984. Vol. (18).




EL PARADIGMA DE FOUCALT

CONSUELO ESCUDERO ALVARO

Como siempre ocurre tras la muerte de algún personaje significativo, bien sea intelectual o de cualquier otro campo, las cosas, las palabras y los actos se remueven y se pone en marcha todo un complejo aparato con la intención del homenaje póstumo. Foucault no podía ser menos. La ironía del destino, más irónico en este caso si cabe, envuelve estos homenajes en la ambivalencia del reconocimiento público a posterior¡, y el establecimiento científico de un pensamiento que cuestionó permanentemente el discurso oficial de la ciencia. No queremos contribuir a cerrar con una muerte simbólica, aunque sin duda brillante, la muerte real de Foucault. Por ello en este número publicamos varios artículos cuya intención, sin duda modesta, es dar a conocer las construcciones, que desde diferentes campos profesionales, su pensamiento ha facilitado. Creemos que la interrogante permanece abierta.

Escribir sobre Foucault supone una empresa bastante difícil. Su obra y él mismo han estado situados siempre en el centro de la polémica, hasta su muerte ha levantado la interrogación. Esa pregunta que aparece de una manera inesperada e incómoda y acompañada siempre de cierta perplejidad teñida de angustia; ¿qué ha pasado con Foucault?

Ha sido indudablemente un pensador incómodo y difícil, que ha levantado las críticas más virulentas, cuando no un intento deliberado por ignorarlo. Y curiosamente, esta reacción ha surgido sobre todo desde la izquierda; tanto de intelectuales como de militantes marxistas. Sin. embargo aunque curioso, no deja de tener su lógica para quien quiera leerla. A lo largo de sus investigaciones y publicaciones, fue acercándose cada vez más a la interrogación sobre el poder. Ese discurso omnipresente en cualquier lugar y a todos los niveles; también en la estructura de los partidos de izquierda y como no en la misma ciencia.

El desvelamiento de sus preocupaciones apareció claramente en "La arqueología del saber" y "Las palabras y las cosas", aunque fue gastándose lentamente desde sus primeras publicaciones. El poder de su interrogación es abrir la duda sobre lo manifiesto, lo simplemente observado y permitir la aparición de todo un discurso que organiza estructuras concretas, en las que el suj5to está situado, la mayoría de las veces, sin ninguna conciencia. También su obra es un discurso de poder. Tuvo como consecuencia subvertir el orden de pensamiento, sobre todo ese orden creado desde la izquierda más militante, como alternativa al oficial. Foucault nos vino a decir y a señalar, lo que esta situación en apariencia dialéctica ocultaba. Los puntos en que ambos poderes, el oficial y el extraoficial, se anudaban en una misma negación, para producir una estrategia; que enfocada desde puntos tan distantes, responda sin embargo a objetivos muy parecidos. Hablar por los otros, ocupar el lugar, ser la representación dé la vanguardia pensante.

Cada publicación fue una nueva sorpresa, los campos sobre los que aplicaba su análisis parecen tan distintos y diferentes, el sistema penitenciario, la sexualidad, la clínica, la locura, etc.; que en un primer momento puede producir perplejidad. Pero los puntos de articulación entre ellos organizan toda la compleja trama social en la que se apoya y se muestra el discurso del poder.

¿Metafísico, tecnócrata ... ?

Se le ha acusado de metafísico, tecnócrata, de no definir en suma que es el poder. No creo que sea porque no se le entiende, creo que más bien responde a una de las preocupaciones centrales en su obra, la articulación de verdad y saber en un discurso de poder. Esto es, que es lo que el saber oficial sanciona como verdad, como objeto de conocimiento a delimitar y como consecuencia, las vías de investigación oportuna para llegar a conocerlo. Y en este saber entran también las teorías de izquierdas. Se produce por tanto, un recorte en el posible campo de conocimiento.

Esta dimensión positiva del poder, en cuanto a producción de un cierto saber que engloba la "verdad", es en resumidas cuentas uno de los ejes en torno al que Foucault desarrolla su método de análisis. De esta forma, partiendo de lo producido, mediante estrategias y objetivos a lograr y no tanto de lo reprimido; aparecen toda una serie de estructuras, que se nos muestran como un fino encaje, muy sutil de los efectos del poder. Los puntos de articulación desde este planteamiento con la Psicología Social y el Psicoanálisis son muchos y de largo alcance.

La problemática del poder y del deseo tienen desarrollos muy parecidos. Los dos son indefinibles en si mismos, ya que ahondando en su significación, solo se puede encontrar su sentido en las manifestaciones que producen; y estas manifestaciones necesitan soportes tanto simbólicos, como imaginarios para poderse mostrar. El sujeto, las instituciones, los grupos, pueden servir y son de hecho, el soporte que se ofrece y al mismo tiempo se estructura, a través del ejercicio del poder.

Las ideologías, objetivo central de trabajo desde la Psicología Social, son un producto muy claro de dicho discurso. No me refiero a las ideologías políticas, tema un tanto espinoso y resbaladizo, y que supondría un análisis más detallado, sino a las representaciones sociales, que anudan la historia institucional o comunitaria, con la familiar y personal; y que proporcionan un sistema de vida concreto al ciudadano de la calle. Representaciones sobre la salud, el saber, la calidad de vida, etc.; tanto más asumidas, cuanto se viven como propias y elaboradas desde la historia más personal. La alienación del sujeto se puede comprender desde esta falta de conciencia, de ser meramente un soporte de discursos ajenos, tanto de poder, de saber, de placer o de verdad.

Esto no supone que exista un centro único y delimitado de poder, del que emanan las directrices, desde donde se elaboran estrategias y objetivos claros y concretos. Si no que el sinsentido, el sentido de lo real; ese vacío que empuja por significarse, crea un movimiento que impregna y se engancha en todas las capas del entramado social, produciéndolas y transformándolas. Estas transformaciones siempre son lentas en el espacio y en el tiempo; y no se pueden entender de una forma lineal sino en forma dialéctica. Muchas veces paralelas, entrecruzadas y superpuestas. Los cambios vienen dados por momentos de transición, donde las significaciones inmediatamente vividas se acumulan en estructuras no teorizadas. Son los espacios históricos y sociales donde se puede capturar con mayor precisión la distancia, que se muestra como hueco distorsionante, entre las estructuras ya teorizadas de un espacio de conocimiento organizado, con su objeto delimitado; y las significaciones que todavía no pueden adquirir sentido más que como práctica.

Esta práctica sin embargo, no es únicamente la consecuencia de las aplicaciones de aquella teoría; sino que abre una ruptura e inicia por lo tanto un cambio que a la larga se incluye, modificando lo teórico y hace surgir un nuevo objeto de conocimiento, o bien una nueva disciplina. Estos cortes se producen en un movimiento continuo de estructuración-desestructuración.

Tras la puerta, una interrogación

Todo este planteamiento ya es ciertamente bastante conocido, la puerta que Foucault nos abre es su interrogación. Por qué una producción concreta (sistema penitenciario, concepto de locura) y no otra; que estrategia se ha desarrollado hasta llegar a la concreción actual, que objetivos cumple, por qué y para qué. Tengamos cuidado de despojar estas preguntas de toda connotación moral, ya que también el sistema de moralidad es un producto, y no caeremos en lo que está bien o mal empujados por nuestra necesidad de tomar partido. Porque en este punto aparecería la culpa; uno de los engarces más utilizados por ideologías, religiones y morales, y desde la culpa, el viraje desde la impotencia a la omnipotencia, es tan fácil y conocido como inútil. Es posible que este vaivén tenga resultados más satisfactorios, desde la óptica del deseo de saber y la posibilidad de interrogarse e interrogar el sistema en el que nos movernos.

Posibilidad teñida de imposibles, ya que analizar el presente, invita a cuestionarse el lugar y la situación propia como profesionales y como sujetos. Ese lugar que Foucault proponía para los intelectuales, hacer un diagnóstico de nuestro sistema social, es una de las incógnitas más difíciles de despejar. Porque hasta donde, las propias significaciones inmediatas, y los discursos de poder estructurados que nos atraviesan como individuos actuales, nos impiden tener la suficiente distancia para llegar a ese diagnóstico?

El análisis de la trayectoria pasada, de los encabalgamientos entre teorías y prácticas; de los resultados estratificados entre lo viejo y lo nuevo, son los elementos que Foucault muestra como materia en bruto de trabajo. La articulación y el cruce, entro historia y estructura, en la dialéctica de tiempo y espacio, es la metodología que entiendo, propone. Sentido e interrupción de sentido, significaciones vividas y objeto de conocimiento, son las rupturas donde al parecer centraba su análisis.

Indudablemente su obra abre muchos interrogantes, dudas, conexiones y desarrollos desde diferentes campos. La incógnita sobre el lugar del sujeto, se anuda a la del lugar del profesional. En primer lugar, en relación a su objeto de conocimiento y el recorte frente a otras ciencias. Como ha surgido, por qué y sus modificaciones a lo largo de un proceso. En segundo lugar, y sobre todo si el trabajo se desarrolla sobre estructuras sociales, a nivel metodológico y técnico, es imprescindible el cuestionamiento, sobre el propio proceso de pensamiento y aprendizaje y la forma como se utiliza día a día.

La transmisión del saber o del no saber, ya que uno delimita al otro, y desde que lugar de poder se interviene. El juego dialéctico es más complejo que el planteamiento de quién tiene y quién no tiene poder; la clave es averiguar el lugar estratégico de cada discurso y como se entrecruzan. No hay más que escuchar, por poner un ejemplo, el discurso de la institución educativa. La escuela institución de saber, soporta y produce un discurso del no saber, depositado en sus alumnos; que aparecen como los puntos negros, las interrupciones de sentido. Aparentemente como la resistencia al poder oficial. La cuestión no seria descubrirlo para destruirlo, sino averiguar su distribución concreta y las posibilidades de apropiación del saber que se ofrecen en cada nivel. No se está fuera o dentro, sino atravesado por.

Las interferencias del lugar desde el que se interviene como profesional, con las estrategias y objetivos que conlleva, son un punto crucial. Porque ese lugar, parece que es el del saber. Ahora bien, si la situación es mucho más compleja que la de saber o no saber; quizá sea más acertado plantearlo desde el supuesto saber al supuesto no saber. Porque en el juego de los supuestos, se pueden producir las sorpresas, es decir las preguntas, las interrogaciones de unos y de otros, y no tanto el objetivo ingenuo de provocar la toma del poder. Ilusión la mayoría de las veces peligrosa, en tanto que nos coloca a los profesionales en la omnipotencia de dar lo que no se tiene, a quien no lo necesita.

Quizá las desilusiones y fracasos profesionales vienen de este planteamiento, un tanto mesiánico, e indudablemente marcado desde el discurso institucionalizado de la ciencia. Los que "saben" no pueden hacer nada, porque los que "no saben", no quieren obedecer. El discurso del poder en este caso científico, sigue siendo hablar por los otros. A veces esos otros se resisten.

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