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Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.

PAPELES DEL PSICÓLOGO
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Papeles del Psicólogo, 1990. Vol. (43).




COMPORTAMIENTO Y PREVENCIÓN DE INCENDIOS

JOSÉ SANTACREU

Departamento de Psicología Biológica y de la Salud Universidad Autónoma de Madrid

En buen número de sentencias populares advierten de la importancia de ser prevenidos para así poder evitar males mayores. Sin embargo, creemos que no hay suficiente sensibilidad ante este tema, y por ello todavía hay que Insistir en su importancia. El problema de la prevención abarca muy diversos objetivos y métodos de intervención. La prevención hace referencia a la evitación de situaciones desagradables o aversivas, tomando diversos tipos de disposiciones o conductas que en sí mismas evitan el suceso desagradable, o bien, en el caso de que las situaciones aversivas sean por su naturaleza inevitables (terremotos) la prevención implica disponer de sensores que nos indiquen lo antes posible la magnitud de la catástrofe o el momento de aparición de la misma, para así poder prepararse para el inminente daño que se avecina.

Otros sucesos desagradables e inevitables no participan de la condición de aparición súbita, como terremotos o las inundaciones, sino que son conocidos y esperados pero a largo plazo (la pérdida de fuerza física con la edad o la aparición de determinadas enfermedades son ejemplos de ello) en los que la prevención pasa por llevar a cabo determinado tipo de comportamientos, y no otros, que posponen los efectos aversivos y/o hacen más llevaderos tales sucesos aversivos, como, por ejemplo, la creación de fondos de pensiones, no abusar en el consumo de drogas, llevar a cabe ejercicio físico de forma regular o mantener determinados hábitos de higiene.

Una rama de la psicología que cada vez está alcanzando más importancia, la Psicología de la Salud, se ocupa de manera fundamental de los aspectos preventivos. Recientemente se están creando equipos de salud, cuyo objetivo es claramente favorecer la salud de los individuos. Estos equipos. formados por médicos y psicólogos de diversas especialidades, no tiene como objetivo exclusivamente detectar tempranamente los problemas de salud de la población, sino también, y de manera fundamental, educar para la salud, y ello no es otra cosa que modificar sus hábitos y comportamientos de manera que favorezcan su propia salud. Los Centros de Promoción de Salud (CPS) del Ayuntamiento de Madrid son posiblemente un buen ejemplo de ello.

En otros campos de la prevención, come son las catástrofes, la psicología (que come ciencia y tecnología es muy nueva), no ha realizado aportaciones importantes. La verdad es que en los casos de catástrofes naturales: incendios, inundaciones, terremotos, huracanes, etc., se ha hecho mucho más hincapié en los aspectos técnicos de detección previa y posterior ayuda o indemnización que en los aspectos educativos y de comportamiento de los ciudadanos en los momentos de crisis. (Recientemente se le Está prestando mayor atención.) Las soluciones en este sentido han venido fundamentalmente de la mano de cuerpos especiales que intervienen en tales situaciones, Sin embargo, la actuación de los propio! sujetos que padecen el desastre tiene un, gran importancia a la hora de evitar males mayores. En este sentido, en el caso de incendios el comportamiento de las persona! afectadas es capital (Fernández y López. Salvador, 1979).

Importancia del comportamiento en algunas catástrofes

Una de las catástrofes debidas a incendio en las que se demostró la importancia de comportamiento de las personas afectada fue el incendio de una discoteca en la calle de Alcalá, de Madrid, en la que, según informes técnicos, el incendio se desarrolló con suficiente lentitud como para que la mayoría de las personas que se encontraban en el local hubiera salido indemnes. En aquel caso el comportamiento de pánico y el deseo de las personas de recoger sus prendas de abrigo impidió la pronta salida del local y, por consiguiente, un considerable aumento de las víctimas: Hay numerosos ejemplos en la historia de las catástrofes en las que el comportamiento en ocasiones de pánico y en ocasiones heroico de los individuos agranda la magnitud de la tragedia. En los casos de desalojo y evacuación de importantes cantidades de individuos el comportamiento individualista o, por el contrario, gregario de los sujetos afectados por la crisis conlleva comportamientos que imposibilitan el salvamento y aumentan indefectiblemente el número de bajas.

En un trabajo publicado por. J. D,. Sime, del Departamento de Psicología de la Universidad de Surrey (Sime, 1980), se relatan más de una veintena de casos en los que el comportamiento poco razonable de las personas implicadas facilitó que se produjera la catástrofe en casos de incendios. Este comportamiento es poco razonable cuando el observador lo analiza fríamente desde fuera. Sin embargo, para la persona afectada por el suceso su propia actuación es perfectamente razonable y justificable en el momento de la actuación e incluso, en ocasiones, al ser interrogado después del suceso.

Lo que hemos llamado comportamientos poco razonables o inexplicables son del tipo siguiente: en un caso en el que se inició un incendio en un inmueble abandonado los vecinos y transeúntes no avisaron a los bomberos hasta el punto que se quemó toda la manzana de casas, se evacuaron más de 300 personas, y el informe técnico indicaba que un buen número de vecinos habían observado el abundante humo hasta dos horas antes de que se provocara el incendio. En otro caso, ante el anuncio de un incendio en las cocinas del restaurante de un importante club, en otra sala a más de 400 metros, 1.200 personas decidieron salir por una pequeña puerta al lado del bar donde se produjeron 125 víctimas y donde no llegó apenas el humo. Posteriormente utilizaron tres puertas grandes que daban al jardín, en las que no se produjeron víctimas. Los ejemplos que se podrían enumerar incluyen las más diversas situaciones, y en ellos aparecen situaciones de pánico en unos casos, gregarismo en otros, insolidaridad o muestras de irresponsabilidad ciudadana. En la mayoría de los casos los sujetos jamás pensaron que su actuación, compartida por otros muchos, llevara a tan graves consecuencias.

En estos casos nos podríamos preguntar si es posible evitar este tipo de comportamiento en el género humano o, por el contrario, si tales tipos de comportamiento son consustanciales a la especie. La Psicología no se pone de acuerdo en este punto, moviéndose en una dimensión que va desde las posiciones más genéticas, orgánicas y estructurales a posiciones más ambientalistas, dinámicas, en las que se hace hincapié en la capacidad humana de aprender y adaptarse a las nuevas condiciones ambientales.

Como señala K. Lorenz, los imperativos de la sociedad humana han llevado a situar al hombre, un animal preparado para vivir en la selva, territorial (con un potente mecanismo de agresión intraespecífica) y agrupado en pequeñas comunidades, a vivir en un ambiente urbano, masificado, si apenas territorios propios o exclusivos. Este hecho plantea un gran número de incomodidades, inadaptaciones y efectos colaterales indeseables, y desde el punto de vista de Lorenz son irresolubles en las condiciones socioambientales en las que los humanos han convenido en vivir, dado que no están preparados (construidos) genéticamente para ello. La solución de este etólogo para remediar un gran número de los problemas humanos (desde los problema cardiovasculares a la agresión social) pasa necesariamente por un cambio del medio (ambiente) en el que viven los sujetos.

La otra alternativa en Psicología estaría representada por quienes piensan que los seres humanos tienen una característica diferencial muy importante, y es su capacidad de aprender y de adaptarse a situaciones difíciles, nuevas o cambiantes. Las técnicas de modificación del comportamiento humano han demostrado ampliamente eficacia en numerosos campos.

Creemos que podemos modificar comportamiento de los sujetos para que actúen en situaciones de crisis (incendios) de tal forma que no graven la situación con su habitual comportamiento.

Además, si nuestro propósito es reducir el número de catástrofes, se puede intervenir a otros niveles, en momentos muy anteriores a la crisis, educando para eliminar los comportamientos de alto riesgo.

Es evidente que en la prevención de 1as catástrofes son importantes los aspectos de urbanismo, arquitectura, materiales, indicadores de peligro, etc., y de ello se ocupa, entre otras disciplinas, la Psicología Ambiental, pero no cabe duda de que los aspectos de comportamiento individual son igualmente importantes. Por el momento sólo nos vamos a ocupar de este último.

La investigación psicológica ha demostrado que una buena forma de lograr que los sujetos actúen razonablemente, es indicando, a través del lenguaje (instrucciones), imágenes (aprendizajes por modelos) y la práctica del comportamiento deseable, el modo en el que se han de comportar en un amplio número de supuestos relacionados con incendios. A pesar de ello las autoridades, los representantes políticos, etc., actúan de espaldas a la ciencia del cambio de comportamiento y dictan normas (a través de periódicos oficiales, «BOE», etc.) de comportamiento a la ciudadanía, amenazando habitualmente con el castigo a aquellos que no se comporten adecuadamente. Tales intentos de cambiar el comportamiento general de la población son del todo inútiles, porque con estos procedimientos no existe apenas probabilidad de que se modifique el comportamiento.

Las razones de esa falta de eficacia son elementales: 1º, la mayoría de las personas que deberían cambiar su comportamiento no llegan a conocer tales normas, y 2º, el aprendizaje a través de un procedimiento de castigo sólo es eficaz cuando el castigo se aplica inmediatamente después del comportamiento inadecuado y con una probabilidad cercana a uno. Así pues, nuestra sociedad utiliza el castigo justo en las condiciones que resulta ineficaz (ya que es muy complicado castigar siempre que se produce el comportamiento inadecuado y mucho más hacerlo de forma inmediata), con lo que con tal tipo de normas no se puede esperar que haya cambios en el comportamiento.

En este contexto, un grupo de bomberos del Ayuntamiento de Madrid, en colaboración con un equipo de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid, se planteó como objetivo probar la eficacia de un programa de prevención de incendios en la escuela. La cuestión era plantear si el Cuerpo de Bomberos podía afrontar aspectos educativos y preventivos como una de sus tareas, constatar hasta qué punto su personal estaba preparado para realizar esta labor, para posteriormente modificar, si era el caso, el plan de estudios de la Escuela de Bomberos de Madrid. Los objetivos eran, evidentemente, muy ambiciosos, y por tanto considerábamos que sólo se trataba de dar un aldabonazo.

Un estudio experimental para la valoración de un programa de prevención de incendios

La revisión de la documentación sobre prevención e intervención en caso de incendios muestra que ésta es muy escasa en nuestro país y también en la bibliografía internacional. No ocurre, como pudiera suceder en otros casos, en los que hay publicaciones científicas generales que se ocupan del tema. En este caso la documentación sobre incendios se refiere a un conjunto de instrucciones y recomendaciones generales derivadas de documentos oficiales.

En el caso de la bibliografía española, organismos como Protección Civil, Ayuntamiento de Madrid, Cuerpo de Bomberos, Ministerio de Educación y Ciencia, etc., han desarrollado tales tipos de documentos. Hay un importante déficit de investigación y experimentación sobre el efecto de los programas de prevención en general. El objetivo del equipo de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid, que llevó a cabo este trabajo inspirado por un bombero del Ayuntamiento de Madrid, tenía como objetivo probar la eficacia de un programa de prevención de incendios.

Objetivos del estudio

Nuestra idea era llevar a cabo un programa educativo en la escuela que informara a los niños sobre el adecuado comportamiento en el momento de aparición del incendio, que impidiera que este tipo de catástrofes sucedieran debido a fallos humanos y que en caso de que se iniciara un incendio éste tuviera las menores consecuencias posibles en términos de víctimas humanas.

Además de informar a los niños, la intervención a realizar en los escolares debería tener incidencia en el comportamiento en las situaciones de siniestro para que tal comportamiento no sólo no aumente los riesgos, sino que, además, implique una actuación tendente a la evitación del peligro y al salvamento de la propia vida y la de las demás. El equipo de investigación se planteó, en orden a criterios de validez ecológica, que los objetivos de esta campaña tenían que ver con el comportamiento que un sujeto debería ejecutar en situaciones de crisis y no sólo con lo que el sujeto debe de saber con independencia de que ponga en práctica dichos conocimientos.

Este problema, el de la relación entre conocer cuál es la respuesta adecuada y emitir dicha respuesta, es también un viejo problema en psicología que surge a cada paso en la investigación; sin embargo, en esta investigación no se entró en el tema de forma clara, ya que al menos en la evaluación de la campaña, y sobre todo por las deficiencias materiales del proyecto, sólo se llevó a cabo la evaluación de los conocimientos de los sujetos. Los contenidos considerados relevantes de cara al objetivo general fueron los siguientes: relativos a la prevención, en los que se incluían nociones de «carga de fuego», electricidad y topográficos, y de actuación en siniestro, en los que se consideraban situaciones aisladas (ropa incendiada, quemaduras en el pelo o la piel, etc.) o en situaciones globales (salida de clase, reconocimiento y viabilidad de los puntos de evacuación, petición de socorro, etc.).

Queríamos probar la eficacia de tres componentes de un posible programa de prevención de incendios: 1º, información a través de un cómic o folleto gráfico que se construyó para la ocasión (véase una de sus páginas en la figura l); 2º, de una conferencia de una hora con diapositivas, y 3º, preparación y ejecución de un simulacro de incendio. La información contenida en el cómic y en la conferencia era prácticamente la misma y contenía básicamente los conocimientos pertinentes a la prevención y actuación en situaciones de incendio. (En la figura 2 hay un resumen de esos contenidos.) El simulacro de siniestro y la evacuación pertinente fue planificada por el Servicio Técnico del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, de acuerdo con las características físicas del centro escolar.

Así pues, nuestra hipótesis fue que el programa de prevención de incendios que habíamos diseñado mejoraba los conocimientos de los escolares sobre el tema. ,Además, quisimos probar cuál era el efecto de cada componente del programa, así como cualquier combinación de los mismos.

Metodología

Sujetos. Trabajamos con los alumnos de 60 unidades escolares de 30 centros de EGB del término municipal de Madrid de quinto y octavo de EGB, eligiendo la muestra al azar de forma estratificada según los diversos distritos de la ciudad.

Diseño. Se utilizó un diseño experimental con un grupo de control en el que exclusivamente se tomaron medidas antes y después del proceso y un grupo experimental con cuatro condiciones:

Grupo experimental 1:

a) Se les dio el folleto gráfico (cómic).

b) Conferencia con diapositivas.

c) Ejecución de simulacro.

Grupo experimental 2:

a) Se les dio el folleto gráfico (cómic).

b) Ejecución de simulacro.

Grupo experimental 3:

a) Se les dio el folleto gráfico (cómic).

b) Conferencia con diapositivas.

Grupo experimental 4:

a) Se les dio el folleto gráfico (cómic).

La variable independiente fueron los cambios producidos en la ejecución de un test (CEPI. Cuestionarlo Escolar para Prevención de Incendios) de 27 preguntas sobre los objetivos propuestos en la campaña de prevención de incendios. Así pues, se evaluó el nivel de conocimientos antes después de la intervención.

Se controlaron otro tipo de variable, como la edad de los sujetos sobre los que se aplicaba la intervención, el tipo de colegio por su ubicación y otras que no tiene suficiente relevancia como para ser pormenorizadas en este trabajo.

Procedimiento. Una vez seleccionado los colegios y asignados al azar a los grupos experimentales y control se preparó, con la dirección de cada colegio, el tipo de intervención que se iba a realizar, así como el lugar y momento en que se iba a llevar a cabo. Pasamos ahora a describir cada uno de los elementos de la intervención para el caso del grupo experimental 1, ya que en este grupo se realizó la intervención más completa, al incluir los tres elementos fundamentales de la intervención: el folleto gráfico, la conferencia y el simulacro.

El folleto gráfico del que presentando una muestra en la figura 1 se repartió entre los escolares por los miembros del equipo de investigación, una vez que éstos habían rellenado el cuestionario (CEPI-A), insistiéndoles en su lectura, indicándoles que de esta forma sabrían cómo prevenir y actuar en caso de incendio en la escuela.

En los grupos en los que había conferencia, ésta consistía en una charla sobre los objetivos estipulados en la campaña (figura 2) montada sobre una serie de dispositivas. Esta charla, de una hora de duración, la llevaban a cabo dos bomberos en t salón de actos del colegio, contestando todo tipo de programas e intentado adecuarse a la edad de los chicos, distinguiendo entre primera y segunda etapas de EGB.

El simulacro se llevó por los bomberos del Ayuntamiento de Madrid y consistía en definir un supuesto de incendio en un lugar del colegio (que dependía de las características del mismo) con botes de humo, etcétera, en el que los bomberos hacían un ejercicio de evacuación general de los niños y profesores. Por supuesto que éstos conocían perfectamente que se trataba de un simulacro.

Algunos resultados

En la figura 3 se puede observar un diagrama de barras que representa las medias de los distintos grupos experimentales y del grupo de control, en los que se diferencian las medidas obtenidas en el CEPI antes y después de la intervención, así como el curso en el que se intervino, quinto y octavo de EGB.

Como se puede ver en la figura, el análisis de los datos demuestra que todos los grupos experimentales mostraron mayor aprendizaje que el grupo de control, lo cual significa que, de forma muy económica, pasando un test y ofreciendo un folleto sobre prevención de incendios se mejora de forma significativa el nivel de conocimientos sobre el tema.

Los resultados más importantes se obtuvieron en los grupos experimentales en los que los sujetos recibieron asesoramiento por parte de los bomberos mediante una conferencia con diapositivas sobre prevención de incendios; sin embargo, el componente ejecución del simulacro no demostró ser en ningún caso un componente importante del tratamiento en el aprendizaje de las normas de prevención y actuación en caso de incendio.

El análisis estadístico de los datos no mostró diferencias significativas en el aprendizaje logrado por los alumnos de quinto u octavo de EGB, de manera que el programa de prevención de incendios aplicado en nuestro caso parece útil al menos para niños comprendidos en los mencionados cursos escolares.

Discusión de los datos

El equipo investigador tenía la hipótesis no explícita de que el simulacro con la intervención de los bomberos, los botes de humo estratégicamente colocados para dar más realismo a la acción, la evacuación por la ventana en algunos centros, el despliegue de las unidades de bomberos con las mangueras, etc., lograría un mayor aprendizaje por parte de los niños participantes. Sin embargo los datos indican que ello no es cierto, ya que, tal como medimos el aprendizaje (a través de un test o examen), el simulacro de incendio no mejoró el cocimiento de los niños sobre prevención y actuación en caso de incendio.

Por otro lado, se ha demostrado en un buen número de trabajos experimentales que las alarmas son un buen método para acostumbrar a la gente a desalojos con cierta tranquilidad y buen hacer, suponiendo que estos ejercicios afectarán positivamente al comportamiento de las personas en un caso real de incendio. Sin embargo, en nuestro caso no se confirman estos datos, probablemente debido a la forma de medir los resultados de la intervención. Actualmente estamos planificando nuevas investigaciones, en las que evaluemos el comportamiento de los niños a través de planillas de observación y/o filmaciones, considerando como variable dependiente la conducta llevada a cabo por los individuos en el momento de la alarma. Es probable que entonces se demuestre que el simulacro modifica de modo especial el comportamiento de los niños, con independencia de que mejore sus conocimientos explícitos sobre prevención de incendios (Strother, 1975).

Es evidente para la United States Fire Administration (1978, 1984), así como para la National Fire Protection Association (1974), de Estados Unidos, que los programas de educación pública para la prevención de incendios son altamente rentables por su incidencia en la reducción de las pérdidas humanas y materiales. Igualmente se señala en estos informes, que son los programas más específicos, asociados a las necesidades locales los que parecen reducir en mayor medida los riesgos de incendios, en especial cuando los programas de prevención van dirigidos a escolares y se tiene como objetivo implantar comportamientos que lleven a la seguridad.

Es muy complicado evaluar los programas de prevención de incendios por la reducción del número de siniestros en una determinada población, ya que pueden ser muy numerosos los factores que inciden en dichos siniestros a corto plazo. Por otro lado, el estudio del comportamiento de los ciudadanos en un simulacro puede llevar a conclusiones equívocas, en especial cuando se conoce sin lugar a duda que se trata de un simulacro (Strother, 1975; Pauls, 1980). Por todo ello consideramos de cierto interés el utilizar un test que mide conocimientos (CEPI) para evaluar nuestra campaña de prevención a pesar de las dificultades que ofrece la interpretación de los resultados.

Conclusiones

La campaña de prevención de incendios en centros escolares llevada a cabo por el Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, con la colaboración de un equipo de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid, en treinta colegios de Madrid demuestra, a nuestro modo de ver, .Ciertas cuestiones importantes:

1º Que en el Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid existe un buen número de profesionales dispuestos a trabajar desinteresadamente en la educación de los ciudadanos en aspectos de protección y prevención. En este caso fue por su iniciativa por la que nos pusimos a trabajar conjuntamente.

2º La prevención, y en este caso la .prevención de incendios, es algo que se puede enseñar, que tiene que ver con la conducta de los ciudadanos, y en consecuencia debe de estar en los programas.

3º Los profesionales de la Psicología que en otros campos tienen una gran experiencia en prevención pueden y deben colaborar en todos aquellos aspectos de la prevención en los que se intuya que el comportamiento humano es una pieza clave. Los profesionales de la Psicología que recientemente están terminando sus estudios poseen conocimientos y la metodología necesaria para la evaluación y modificación del comportamiento de las personas en situaciones específicas.

4º La Universidad, de la que todos nos hemos quejado ampliamente por su aislamiento social, puede abordar problemas reales de nuestra sociedad (ruido, drogadicción, ecología, etc.) con una metodología y conocimientos bien fundados, fruto de quienes con cierta exclusividad se dedican a la investigación. Este trabajo demuestra minímamente, aunque sea por ser la excepción, que son posibles las colaboraciones y las relaciones entre la Universidad y la sociedad.

BIBLIOGRAFIA

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Jones, R. T., y Haney, J. L: Behaviour Therapy and Fire Emergencies: Conceptualisation, Assessment and lntervention. En M. Hersen, R. Eisler y P. M. Miller. Progress in Behaviour Modification. Academic Press, vol. 19. London, 1985.

Lorenz, K.: La agresión un pretendido mal. Siglo XXI Editores (ed. castellana, 1971). Madrid, 1963.

Pauls, J. L.. Building Evacuation: Research Findings and Recommendation. En D. Canter (ed.). Fires and Human Behaviour. Wilwey, Nueva York, 1980.

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Sime, J. D.: The Concept of Panic. En D. Canter (ed.). Fires and Human Behaviour. Wilwey, Nueva York, 1980.

Strother, R. R.: Review of Successful Program in Fire Safety Education. National Fire Prevention and Control Administration, United States Fire Administration. Washington, 1975.

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