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PAPELES DEL PSICÓLOGO
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Papeles del Psicólogo, 1983. Vol. (12).




EL USO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL EN LA PROMOCIÓN DE LA SALUD

Bárbara V. Marín

Ph. D. Health Psychology Program. University of California, San Francisco.

La psicología de la salud es un nuevo campo de la psicología a caballo entre la ciencia del comportamiento y la salud física del individuo o del grupo. Incluye los factores psicológicos en las enfermedades, los comportamientos que mejoran o ponen en peligro a la salud (como puede ser el ejercicio, el comer demasiado o el tomar los medicamentos), las interacciones entre proveedor de servicios y pacientes, etcétera. Varias ramas de la psicología han contribuido con sus técnicas y conocimientos a este campo tan amplio, en particular la psicología fisiológica, la psicología clínica, el análisis del comportamiento y la psicología social.

La revisión de la literatura que abordamos a continuación abarca la contribución de la psicología social a la prevención y disminución de problemas de la salud. No se incluyen aquí las técnicas basadas en la modificación del comportamiento, aunque obviamente hay muchas investigaciones e intervenciones que se basan en esa técnica u otras teorías psicológicas que tienen relevancia para los comportamientos de salud. Como es tan amplia la contribución de la psicología social al área de la salud, aquí la revisión se limita a los estudios que utilizaron el apoyo social, el miedo, técnicas de decisión o técnicas de control para diseñar la intervención.

Esta revisión es diferente de las que se hacen comúnmente en la psicología social, pues no se basa en los cambios de actitudes, sino en el comportamiento. La variable dependiente, o sea, los efectos de la intervención que se reflejan aquí son los cambios en la salud o en el comportamiento de salud (por ejemplo, el fumar o dejar de fumar). Esta diferencia es importante, porque muchos investigadores prefieren medir las actitudes en vez del comportamiento y la correlación entre comportamiento y actitudes muchas veces es bastante baja en este campo.

Para resumir los 42 estudios que hemos revisado hasta ahora, hemos hecho una tabla. Los estudios tuvieron que llenar los requisitos de ser basados en una teoría de la psicología social, y de incluir una intervención que tenía el propósito de cambiar un comportamiento relacionado con la salud. La tabla está organizada de la siguiente manera: las teorías que se han utilizado están divididas en las que tienen un enfoque social y las que tienen un enfoque cognoscitivo. El apoyo social y la utilización del miedo son netamente sociales, mientras que el uso de la percepción del control es un enfoque cognoscitivo. El uso de las técnicas de decisión está en medio, porque abarca elemento de ambos enfoques. Estas categorías aparecen en al parte superior de la tabla y se dividen en las siguientes categorías: intervenciones para mejorar la salud, para evitar futuros problemas de salud, para disminuir el riesgo de enfermarse y para resolver problemas ya existentes. Ver Tabla 1.

El Miedo

Como pude comprobar, el miedo se ha utilizado con mayor frecuencia que cualquier otra estrategia. Pero hay que tener en cuenta que cuando se habla del miedo estamos hablando de dos estrategias principales y que no tienen la misma eficacia. Mirando la tabla se nota que el miedo ha tenido efectos nulos en otros.

La estrategia de darle miedo a la gente para cambiar su actitud y su comportamiento se basa en el trabajo de Janis y Feshbach (1953), en el que proponen que el miedo crea tensión emocional que motiva a ala gente a cambiar sus actitudes y comportamientos. Esta teoría se ha plasmado en estrategias con mayor o menor eficacia. Una estrategia frecuente ha sido la de crear comunicaciones persuasivas utilizando películas, diapositivas, o presentaciones verbales que asustan en diferentes grados. por ejemplo, varios estudios han trabajado con fumadores mostrándoles una película de la Sociedad Norteamericana del Cáncer (Leventhal & Niles, 1964; Leventhal & Watts, 1966; Watts & Pagano, 1967). Esa película explica los peligros de fumar, da ciertas estadísticas y habla del caso de un paciente canceroso. Los sujetos expuestos a la intervención moderadamente atemorizadora sólo vieron esas partes; pero los expuestos a la intervención altamente atemorizadora también vieron como parte de la misma película una intervención quirúrgica sangrienta en la que se te extraía un pulmón canceroso a un paciente.

La estrategia de variar la cantidad de miedo a que se expone a los sujetos se ha utilizado para persuadir a la gente de utilizar mejor la higiene dental (Dembroski, Lasater & Ramírez, 1978; Evans, Rozelle, Lasater, Dembroski & Alien, 1970; Evans, Facelle, Noblitt & Williams, 1975; Goldstein, 1959; Haefner, 1965; Janis & Feshblach, 1953; Ramírez & Lasater, 1977), de dejar de fumar (Leventhal et al., 1967), de hacerse una radiografía para ver si tiene cáncer (Leventhal & Niles, 1964; Leventhal & Watts, 1966), de hacerse un examen médico (Haefner & Kirscht, 1970), de inocularse contra el tétano (Dabbs & Leventhal, 1966, Leventhal, Jones & Trembly, 1966; Leventhal, Singer & Jones, 1965) y de perder peso (Becker, Maiman, Kirscht, Haefner & Drachman, 1977; Skilbeck, Tulips & Ley, 1977). Desafortunadamente esa estrategia ha tenido resultados bastante pobres sobre el comportamiento. Por ejemplo, en los tres estudios que se han hecho para persuadir a los sujetos de que debían inocularse contra el tétano, sólo del 6 al 28 por 100 de las personas que fueron sometidos a estímulos atemorizadores sobre el tétano se inocularon más tarde. Por lo general, pocas personas de las sometidas a esos estímulos cambiaron su comportamiento, aún a corto plazo. Otra crítica importante de estos estudios es que generalmente no midieron el comportamiento a largo plazo. Pocos investigadores continuaron sus mediciones mas allá de un mes después de la intervención. En la tabla estos estudios aparecen en la primera columna en las líneas de higiene dental, inoculacion contra el tétano, hacerse un examen médico, dejar de fumar y hacer dicta. En todos los casos los resultados fueron bastante pobres. El total de estudios que hemos revisado donde utilizaron esa estrategia de persuasión fue 18.

Parece curioso que se haya trabajado tanto con un método que tiene relativamente pocos efectos en el comportamiento, porque creyeron que la actitud era una versión del comportamiento que se media más fácilmente. Estos estudios han demostrado el peligro de ese enfoque porque frecuentemente produjeron cambios interesantes en las actitudes que no concordaron con los cambios en el comportamiento de la gente con su salud la técnica de crear miedo por medio de estímulos escritos o visuales a tenido pocos resultados.

Otros investigadores han utilizado el miedo para cambiar el comportamiento y han tenido más éxito. En este caso utilizaron una estrategia llamada juego de roles emocionales. El objetivo de la intervención era el de combatir las defensas del sujeto, especialmente la defensa cognoscitiva del no me puede pasar a mí. Por ejemplo, una intervención consiste en que el sujeto toma el papel de paciente con cáncer y el experimentador u otro sujeto toma el papel del médico (e.g., Janis & Mann, 1965; Streitzer & Koch, 1968). El paciente/sujeto oye al médico decirle que los exámenes han descubierto un tumor sospechoso y que lo tendrá que operar. El "médico" da todos los detalles de la operación y alienta al paciente a vocalizar todos sus sentimientos. El juego de roles puede durar hasta una hora y los sujetos se involucran bastante. Aunque no se ha utilizado en tantas circunstancias como la estrategia anteriormente mencionada, esta estrategia generalmente ha dado mejores resultados. Los investigadores señalaron que lograron una disminución en la cantidad de cigarrillos fumados que varía según el estudio entre cuatro cigarrillos y un paquete diario. Seis estudios que utilizan esta técnica están incluidos en la columna miedo bajo dejar de fumar (Elms, 1966; Janis & Mann, 1965; Mann, 1967; Nowlis & Janis, 1966; Platt, Krassen & Mausner, 1969; Streltzer & Koch, 1968).

Hay algunas críticas importantes que se debería de hacer a esta técnica. Una es que como en el caso anterior no se han medido los efectos a largo plazo, aunque un estudio midió los efectos después de cuatro meses. También es importante mencionar que la estrategia sólo ha sido utilizada para persuadir a la gente a dejar de fumar. Una pregunta importante para futuros investigadores es la de si la estrategia también se puede utilizar para cambiar otros comportamientos. Teóricamente sería eficaz en cualquier situación en la que alguien está utilizando racionalizaciones defensivas para no cuidarse la salud (como puede ser el caso de una persona hipertensiva u obesa que no sigue el régimen médico).

Apoyo Social.

Aunque existen docenas de teorías en la psicología social, pocas han sido utilizadas para cambiar el comportamiento del sujeto con su salud. A veces se han hecho intervenciones psicosociales sin mucha base teórica. Uno de los ejemplos más interesantes es el estudio de Janis y Hoffman (1970; 1982). Estos investigadores trabajaban con clientes que querían dejar de fumar. Estudiaron tres grupos que se diferenciaban solamente en el contacto mantenido con otro cliente fumador. Todos los clientes recibieron información sobre algunas tácticas que ayudan cuando la gente quiere dejar de fumar, mantuvieron un listado de la cantidad de cigarrillos fumados, y vieron la película de miedo descrita anteriormente. Pero un grupo tenía que contactar a su pareja (otro cliente fumador) todos los días durante diez minutos, mientras que otro grupo sólo lo contactaba semanalmente en la clínica y otro grupo tenía una pareja distinta en cada sesión. Midieron a los seis meses los efectos de esta intervención sencilla, al año y después de diez años. Es importante aclarar que por lo general las intervenciones para ayudar a la gente a dejar de fumar tienen un efecto moderado a corto plazo, y los efectos a largo plazo han sido pocos (estamos hablando aquí de una variedad de técnicas de comportamiento y/o psicosociales que por lo general disminuyen la cantidad de consumo de cigarrillos en un 10 a 25 por 100 (Leventhal & Cicary, 1980). En cambio estos investigadores encontraron que mientras que a los seis meses el grupo control y el de poco contacto habían regresado a su nivel de fumar anterior, el grupo de mucho contacto bajó de un promedio de 30 cigarrillos al día, antes de la intervención, a 7 al día, a los seis meses, y 8 al día un año después. En un seguimiento después de diez años, encontraron que 9 de los 10 en el grupo de alto contacto hablan dejado de fumar ya hace mucho tiempo, mientras que los clientes de los otros grupos mantenían su consumo casi al par de su consumo antes de la intervención. Estos resultados son bastante prometedores y merecen más atención de la que han recibido.

El apoyo social también ha sido utilizado con clientes en una clínica para bajar de peso y aquí también encontraron mayor pérdida de peso con mayor contacto con la pareja (Nowell & Janis, 1982). Los sujetos de mayor contacto perdieron casi 4 kilos en nueve semanas, mientras que los en el grupo de poco contacto perdieron 2 kilos en nueve semanas. En general, el apoyo social puede ser una intervención eficaz, pero se ha trabajado poco en el área. Otra critica importante es que no hay una teoría para guiar la investigación en el área. No sabemos cuáles son los factores en el apoyo social que están ayudando a la gente a persistir en sus decisiones y mantener los comportamientos difíciles.

Técnicas de Decisión.

Los psicólogos sociales han utilizado otras metodologías persuasivas para cambiar los comportamientos de salud. Una estrategia pionera en el área fue la de los grupos de decisión (Lewin, 1947). En ese caso Lewin utilizó la misma dinámica del grupo para cambiar los comportamientos. En los experimentos, el objetivo era cambiar los alimentos utilizados por las amas de casa. Por ejemplo, quería convencerlas de que utilizaran más vísceras y más leche en polvo en sus comidas. En estos experimentos llevados a cabo en los años 40, al grupo experimental se le presentó el problema de la falta de carnes corno consecuencia de la segunda guerra mundial y se les sugirió el uso más frecuente de las vísceras. Los sujetos formaron grupos para discutir las razones por las cuales no utilizaban más vísceras (como, por ejemplo, que a la familia no le gustaba, que son difíciles de cocinar, etc.). El líder contestó a las inquietudes y dio recetas para solucionar esos problemas. Al final, el líder llevó al grupo a un consenso de utilizar más vísceras y los miembros del grupo hicieron un compromiso público. El grupo control recibió la misma información, pero sin discusión y sin promesa pública. Aunque se puede criticar estas investigaciones porque no sabernos cuál fue la variable importante, la discusión o la promesa, la estrategia tuvo excelentes resultados. Mientras que un 3 por 100 del grupo control había utilizado las vísceras un mes más tarde, un 32 por 100 del grupo experimental las habla servido a sus familias. La técnica fue igualmente eficaz para cambiar otros comportamientos alimenticios (Bevels, Festinger, Woodward & Zander; Radke & Klisurich, 1947). Esos estudios aparecen en la columna de decisión bajo la nutrición.

Otra estrategia persuasiva prometedora se llama la hoja de decisión. La estrategia se basa en la teoría de Janis y Mann (1977), que postula que si las personas se dan cuenta de los aspectos positivos y negativos de una acción antes de tomar la decisión, serán más fieles a la decisión que si no lo han pensado bien. La técnica básicamente es una forma de autopersuasión. La intervención consiste en facilitar el que la persona piense en las siguientes consecuencias de su decisión: las ganancias y pérdidas personales para la persona misma, las ganancias o pérdidas para las personas cercanas, la auto-aprobación o auto-desaprobación, y la aprobación o desaprobación de las personas cercanas. Por lo general, la persona escribe en una hoja las consecuencias personales según cada categoría. La estrategia se ha utilizado para muchos tipos de decisión, como escoger una carrera o separarse de su esposo. En cuanto a decisiones que afectan a la salud, se ha utilizado para persuadir a las mujeres a asistir a clases de ejercicio y a seguir una dicta (Colten & Janis, 1982; Hoyt & Janis, 1975; Wankel & Thompson, 1977). En comparación con un grupo control, mujeres expuestas a esta técnica asistieron más que el doble a clases de ejercicio (Hoyt & Janis, 1975).

Resumiendo las tres primeras columnas de la tabla, se nota que las técnicas persuasivas basadas en producir miedo en la gente sólo funcionan si el sujeto se involucro personalmente en la intervención (como es el caso de un juego de roles). Pero técnicas persuasivas menos emocionales que se basan en la toma de decisiones, también han mostrado eficacia. Desafortunadamente, estrategias que enfatizan la decisión de cambiar el comportamiento se han utilizado relativamente en pocos estudios. Las técnicas que utilizan el apoyo social son de las más prometedoras y menos estudiadas de entre las técnicas persuasivas.

Control

Otra área dentro de la psicología de la salud donde la Psicología social ha tenido impacto es el área de la percepción de control. La teoría de la atribución y varias otras teorías psicosociales enfatizan el papel de la percepción de control en el que la gente prefiere sentir control de su situación y que los estímulos nocivos. tienen menos efecto si la persona percibe que los controle de alguna manera. Esas teorías se han trasladado en intervenciones específicas para los ancianos y para pacientes quirúrgicos. .

En cuanto a los ancianos, ciertas intervenciones sencillas han tenido efectos poderosos. Por ejemplo, Ellen Langer y Judith Rodin diseñaron una intervención para los residentes de un hogar de ancianos (Langer & Rodin, 1976-, Rodin & Langer, 1977). Todos los residentes recibieron una charla dada por el administrador de la institución. Para un grupo la charla enfatizó la autorresponsabilidad y las oportunidades que tenían los residentes para tomar control de su medio ambiente, incluyendo el arreglo de su cuarto y la selección de sus actividades recreativas. Al otro grupo, el administrador enfatizó la responsabilidad del personal por ellos. Otra parte de la intervención fue que todos recibieron una mata, pero el grupo de autoresponsabilidad tenían que cuidarla ellos mismos, mientras que en el otro grupo el personal la cuidaba. Finalmente, ambos grupos fueron informados de que iban a ofrecer películas, pero el grupo autoresponsabilidad pudo escoger la noche en que quería verla y el otro grupo no. Aunque la intervención fue bastante sencilla, tuvo efectos notorios. Tres semanas después de la intervención, el 93 por 100 del grupo de autoresponsabilidad había mejorado de salud mientras que un 71 por 100 del otro grupos había empeorado, según el juicio de sus enfermeras (Langer & Rodin, 1976). Los efectos a largo plazo son aún más sorprendentes. Las valoraciones del médico dieciocho meses después de la intervención, indicaron que las mejorías de salud notadas antes persistían aún. Finalmente, mientras que en este período de dieciocho meses el 15 por 100 del grupo de autoresponsabilidad se habla muerto, el 30 por 100 del grupo control se murió.

Parece difícil creer que una intervención de control relativamente sencilla puede tener efectos hasta en la tasa de mortalidad. Pero otros estudios confirman el poder de la percepción de control. Sehutz (1976; Sebuiz & Hanusa, 1978) y su colaborador también estudiaron los efectos de una intervención para aumentar la percepción de control en los ancianos. La intervención consistió en visitas a los ancianos hechas por estudiantes de una universidad cerca del hogar de ancianos. Los sujetos en los grupos experimentales podían o controlar o predecir la frecuencia y duración de las visitas de los estudiantes, mientras que los sujetos del grupo control recibieron visitas al azar. Aunque todos los grupos reportaron que las visitas fueron igualmente placenteras, los sujetos que podían controlar o predecir á la visita mostraron cambios físicos y psicológicos positivos en comparación con el grupo control. Pero el poder de la intervención se notó aún más a largo plazo y en el sentido contrario. A los veinticuatro meses, los ancianos que habían controlado o predicho las visitas de los estudiantes mostraron efectos negativos en su salud. Estos grupos hablan tenido control durante el experimento, pero cuando terminó el experimento, terminaron también las visitas de los estudiantes. El efecto de esa pérdida de control a largo plazo fue bastante poderoso, pues lo que perdieron el control se habían empeorado en cuanto a su salud en comparación con el grupo control y mientras que 4 de las 20 personas en el grupo experimental se habían muerto en esos dos años, ninguno del grupo control se murió. En la tabla se ha indicado que estas intervenciones de control han tenido efectos fuertes y deseables, pero también efectos peligrosos.

Otra área en que se ha utilizado el control para mejorar la salud de las personas es en la recuperación después de una intervención quirúrgica. Se postula que la percepción de, control ayuda al paciente a superar los aspectos negativos de la cirugía. Un experimento clave en esta área fue el de Langer, Janis y Wolfer (1975). Ellos diseñaron una técnica basada en estudios anteriores de distracción y percepción de control. La técnica ayudó al paciente a ver los eventos negativos desde una nueva perspectiva. La noche antes de la cirugía, un experimentador charló con los pacientes individualmente. A un grupo les dijo que se puede controlar la ansiedad si se concentra en los aspectos positivos de la operación. Sugirió que se puede tomar a su estancia en el hospital como unas vacaciones y alentó al paciente a pensar en otros aspectos positivos de esta cirugía. El paciente debería de pensar en estos aspectos positivos cada vez que se sentía mal. A otro grupo también se visitó y fueron informados sobre la cirugía, sus efectos, y la alta calidad de servicios médicos. Otro grupo recibió ambas intervenciones y otro grupo sirvió de control. La intervención de control fue eficaz, pues mientras que los pacientes del grupo de la intervención de control necesitaban un promedio de tres pastillas para el dolor, los del grupo de información necesitaban cinco y los del grupo control nueve. Los del grupo de la intervención de control también salieron del hospital más rápidamente que los otros grupos.

Varios autores han postulado que la información puede ayudar a los pacientes porque disminuye la ansiedad y en algunos casos aumenta la percepción de control. En general los estudios en los que se da información a los pacientes antes de la cirugía u otras intervenciones médicas demuestran efectos positivos de la información (Elms & Leonard, 1966; Leonard, Shipper & Woolridge, 1967; Lindeman & Airman, 1971; Schmitt & Wooiridge, 1973; Skipper & Leonard, 1968, Tyron & Leonard, 1966). Sirve para disminuir la permanencia del paciente en el hospital además de su consumo de tranquilizantes y pastillas para el dolor. El problema con estas investigaciones es que por lo general no han variado sistemáticamente a la información dada, sino que han mezclado información general acerca de la cirugía, información emocional o consejería con el paciente y técnicas para superar los efectos de la cirugía. Teóricamente estos tipos de información pueden tener efectos distintos en los pacientes, pero la cuestión no se ha resuelto empíricamente todavía. Otra dificultad es que los efectos de la información dependen hasta cierto punto tipo de personalidad del paciente (e.g., Andrew, 1970; Auerbach, Lendall, Cutter & Levitt, 1976).

Para resumir los estudios sobre la percepción de control, primero es importante señalar que las intervenciones sencillas pueden lograr efectos duraderos y poderosos, hasta en la tasa de mortalidad de los sujetos. El darte a la gente una percepción de control parece ser una de las intervenciones más poderosas, lo que significa que la percepción de control es una necesidad básica de la gente. Pero no se ha utilizado sino en estudios con ancianos y pacientes de cirugía. Se debería aplicar más sistemáticamente a los pacientes con cáncer, los minusválidos y otros grupos que tienen poca percepción de control.

Comentarios Generales.

Esta revisión ha tomado a la psicología social desde una nueva perspectiva. Hasta ahora, los psicólogos sociales muchas veces se han interesado más en el cambio de actitudes que en el comportamiento. Pero este énfasis en las actitudes es menos útil cuando intentamos cambiar a los comportamientos de salud. Encontramos que algunas técnicas sirven para cambiar a los comportamientos, pero otras no tienen el mismo éxito. La ciencia del cambio de comportamiento es aún más joven que la del cambio de actitudes y hace falta desarrollar, estudiar y evaluar más técnicas basadas en las teorías psicosociales.

Ha habido un problemas con las técnicas ya existentes: su falta de utilización. Tal vez por la identidad del psicólogo social como teórico e investigador de laboratorio no ha habido difusión de los resultados, incluso en los casos en los que ya existe una técnica eficaz. Es bastante curioso, pero aunque el experimento de apoyo social para ayudar a la gente a dejar de fumar tuvo éxito, no ha sido repetido con otros grupos; la técnica no se utiliza para el tratamiento de fumadores y ni siquiera se menciona en una revisión extensa de la literatura (Leventhal & Cleary, 1980). Es posible que los que más trabajan en el área de cambiar al comportamiento de los fumadores, que son los modificadores de comportamiento, no lo conozcan o no lo quieran utilizar porque no da ganancias monetarias. Parece que los psicólogos sociales no lo utilizan tampoco, porque se interesan más en cuestiones teóricas que en problemas de tratamiento. Cualquiera que sea el caso, el hecho es que existe una técnica bastante prometedora para ayudar a la gente a dejar un vicio que daña a su salud y no se está utilizando ni estudiando.

Otras técnicas de la psicología social tampoco han recibido el estudio que merecen. Los grupos de decisión de Lewin dieron buenos resultados, pero dejaron a los psicólogos con muchas preguntas sobre el mecanismo de funcionamiento. Tampoco han recibido atención, a pesar de que esas investigaciones se hicieron hace más de treinta y .cinco años.

Tal vez una parte de la explicación de este problema sea la dificultad de la repetición por falta de una descripción adecuada a las intervenciones. A veces los artículos no contenían suficientes detalles acerca de la intervención en si. Tal vez los psicólogos sociales no creían que alguien alguna vez fuera a utilizar la intervención que habían inventado, o tal vez la intervención se diseñaba para publicar un estudio y no para ayudar a la gente.

La Ética

Esta visión ha dado varios ejemplos del poder de las intervenciones psicosociales, Ese poder trae consigo una obligación ética por parte de los investigadores de utilizar a las intervenciones con cuidado. Se ha visto los efectos nocivos de una intervención de control cuando los ancianos dejan de tener control. Conociendo ahora los efectos tan poderosos de la percepción de control, el uso de una intervención donde sistemáticamente tratamos de quitarle a la gente su percepción de control seria contra la ética profesional.

Otra obligación ética que tiene el psicólogo social es la de siempre tratar de mejorar la salud de la gente. Como sabemos que es mejor no fumar, no deberíamos utilizar un grupo control que no recibe ningún tratamiento. El grupo control puede ser trasladado más adelante o tratado con otra variante de la intervención, pero no debe quedar sin tratamiento. Y cuando se intenta persuadir a la gente a cambiar su comportamiento, se debe asegurar de que los cambios sean para su bien. En los experimentos de Lewin, por ejemplo, intentaron persuadir a las madres de aumentar el uso del aceite de hígado de bacalao y del jugo de naranja para sus bebés pequeños. Pero los pediatras hoy en día probablemente no lo recomendarían.

La psicología social puede contribuir al estudio y el mejoramiento de la salud. Hemos empezado apenas a explorar el campo de la salud. De todas las teorías de la psicología social, bien pocas se han aplicado a las intervenciones de salud. Tal vez algunas nunca se aplicarán, pero en general las que ha se han aplicado son bastante prometedoras. Al mismo tiempo, todavía existen muchos problemas de la salud donde no hemos explorado la asociación de la psicología social con el problema. Por ejemplo, los pacientes con cáncer muchas veces se sienten fuera de control y algunos psicólogos ya han argumentado que se puede intervenir para mejorar su percepción de control, pero hasta ahora no se ha trabajado sistemáticamente en el área (Taylor & Levin, 1977). Con tan rica tradición de teoría y tantos problemas para solucionar, los psicólogos sociales tendrán muchas oportunidades en el futuro para contribuir al mejoramiento de la salud del pueblo.

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Material adicional / Suplementary material

Tabla 1. Algunas Intervenciones Psicosociales y sus efectos en la salud.

Tabla 1. Algunas Intervenciones Psicosociales y sus efectos en la salud.

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