Psychologist Papers is a scientific-professional journal, whose purpose is to publish reviews, meta-analyzes, solutions, discoveries, guides, experiences and useful methods to address problems and issues arising in professional practice in any area of the Psychology. It is also provided as a forum for contrasting opinions and encouraging debate on controversial approaches or issues.
Recientemente ha sido aprobada, por parte del Consejo General de Colegios de Psicólogos de España, la puesta en marcha de la División Profesional de Psicología del Deporte y el Ejercicio. Es un hecho a todas luces significativo, que viene a demostrar que, pese a tratarse de un área relativamente reciente, más que otras como la psicología educativa o la psicología clínica, la psicología del deporte posee la entidad y la presencia suficientes, así como un importante recorrido histórico para consolidarse como un área específica.
Los campos de actuación profesional se van conformando históricamente en el continuo proceso dialéctico entre la práctica social cotidiana y el progreso en la investigación. Esta dinámica social de acumulación del saber implica el desarrollo y el avance en los conocimientos básicos y técnicos que suelen producir una creciente subdivisión de las diferentes áreas de conocimiento. Esta división creciente es la que sirve de base al ejercicio profesional especializado, con la clara intención de conseguir los máximos niveles de eficacia y de eficiencia posibles, y siempre con el objetivo de beneficiar al máximo al cliente, individual y/o colectivamente. Sin embargo, parece evidente también que la especialización profesional no es ajena a las presiones y cambios sociales que van dirigidas en sentido contrario, en busca de una mayor uniformidad e intercambiabilidad entre las actuaciones y los que las realizan.
Precisamente, en estos últimos años se ha venido constatando un fuerte impulso hacia la desregularización profesional, justificada en facilitar que se disponga de una mayor cantidad de personas en el mercado laboral con capacidad y competencias para realizar tareas similares y que posean más opciones para trabajar en diferentes puestos laborales. Todo este proceso, por otra parte nada novedoso en la historia de las relaciones laborales desde la construcción de las primeras fábricas, implica que parte de la especialización de la realización de las tareas se puede incorporar a los componentes técnicos y que, aunque supongan labores muy específicas, éstas no requieran de conocimientos y habilidades especializadas sustentadas en un conocimiento básico y amplio que permita entender y encajarlas en un contexto más global y comprehensivo.
Esta aparente paradoja entre la cada vez mayor necesidad de conocer muy a fondo y detalladamente las tareas y la supuesta innecesaria especialización profesional para hacerlas, quizás puede entenderse mejor si distinguimos entre esa manera de entender a un experto como aquel que sabe básicamente cómo hay que hacer una cosa, de aquel que también lo sabe hacer pero que además sabe el porqué lo hace, sus posibles alternativas, sus riesgos potenciales y los condicionantes que pueden aconsejar mantener o modificar la tarea y la manera más adecuada de llevarla a cabo.
Recientemente ha sido aprobada, por parte del Consejo General de Colegios de Psicólogos de España, la puesta en marcha de la División Profesional de Psicología del Deporte y el Ejercicio. Es un hecho a todas luces significativo, que viene a demostrar que, pese a tratarse de un área relativamente reciente, más que otras como la psicología educativa o la psicología clínica, la psicología del deporte posee la entidad y la presencia suficientes, así como un importante recorrido histórico para consolidarse como un área específica.
Los campos de actuación profesional se van conformando históricamente en el continuo proceso dialéctico entre la práctica social cotidiana y el progreso en la investigación. Esta dinámica social de acumulación del saber implica el desarrollo y el avance en los conocimientos básicos y técnicos que suelen producir una creciente subdivisión de las diferentes áreas de conocimiento. Esta división creciente es la que sirve de base al ejercicio profesional especializado, con la clara intención de conseguir los máximos niveles de eficacia y de eficiencia posibles, y siempre con el objetivo de beneficiar al máximo al cliente, individual y/o colectivamente. Sin embargo, parece evidente también que la especialización profesional no es ajena a las presiones y cambios sociales que van dirigidas en sentido contrario, en busca de una mayor uniformidad e intercambiabilidad entre las actuaciones y los que las realizan.
Precisamente, en estos últimos años se ha venido constatando un fuerte impulso hacia la desregularización profesional, justificada en facilitar que se disponga de una mayor cantidad de personas en el mercado laboral con capacidad y competencias para realizar tareas similares y que posean más opciones para trabajar en diferentes puestos laborales. Todo este proceso, por otra parte nada novedoso en la historia de las relaciones laborales desde la construcción de las primeras fábricas, implica que parte de la especialización de la realización de las tareas se puede incorporar a los componentes técnicos y que, aunque supongan labores muy específicas, éstas no requieran de conocimientos y habilidades especializadas sustentadas en un conocimiento básico y amplio que permita entender y encajarlas en un contexto más global y comprehensivo.
Esta aparente paradoja entre la cada vez mayor necesidad de conocer muy a fondo y detalladamente las tareas y la supuesta innecesaria especialización profesional para hacerlas, quizás puede entenderse mejor si distinguimos entre esa manera de entender a un experto como aquel que sabe básicamente cómo hay que hacer una cosa, de aquel que también lo sabe hacer pero que además sabe el porqué lo hace, sus posibles alternativas, sus riesgos potenciales y los condicionantes que pueden aconsejar mantener o modificar la tarea y la manera más adecuada de llevarla a cabo.