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Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.

PAPELES DEL PSICÓLOGO
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Papeles del Psicólogo, 2003. Vol. 24(85).




TAN FÁCIL ES CENSURAR LOS ERRORES COMO DIFÍCIL NO INCURRIR EN ELLOS. UNA REVISIÓN CRÍTICA DE ORTIZ-RECIO Y COLABORADORES

Jesús Sanz

Departamento de Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica. Universidad Complutense de Madrid

Se responde a las críticas que Ortiz y colaboradores (2003) plantearon a los artículos del monográfico de la revista Papeles del Psicólogo dedicado a las líneas de investigación en la psicología española (1989-1998). Puesto que las críticas se generalizaban a todo el monográfico, se rebaten cada una de ellas en su aplicación al artículo de Sanz (2002) sobre la psicología clínica y de la salud. Se demuestra que no son ciertas las críticas sobre el incumplimiento de los criterios utilizados para buscar, seleccionar y contabilizar la producción científica, que no existen en el artículo afirmaciones que confundan calidad con publicación en inglés o en revistas extranjeras, y que el objetivo del monográfico no es comparar las líneas de investigación de las diferentes áreas psicológicas, sino analizar y dar a conocer internacionalmente la investigación de la psicología española, por lo que no tienen sentido las críticas ajenas a este último objetivo.

This paper is a reply to the criticisms formulated by Ortiz et al. (2003) concerning the articles published in the monograph of the journal Papeles del Psicólogo on the research trends of Spanish psychology (1989-1998). Given that the criticisms were generalized to the whole monograph, they are refuted by analyzing their application to Sanz’s (2002) article on clinical and health psychology. The criticisms concerning a failure to observe the criteria used to seek, select and count the scientific production are shown to be false. It is demonstrated that, in Sanz’s article, there are not any affirmations confusing quality with publishing in English or in foreign journals. The aim of the monograph is not to compare the research trends of different areas, but to analyze and to internationally disseminate the research trends of Spanish psychology and, therefore, the criticisms not related to this last aim do not make sense.

En el último número de Papeles del Psicólogo, Ortiz-Recio, Poveda-Vera, Teva-Álvarez, Valor-Segura y Vico-Fuillerat (2003) criticaban los criterios, procedimientos y conclusiones de los artículos publicados en el monográfico de esa misma revista (nº 81 y 82) dedicados a las líneas de investigación en la psicología española (1989-1998), uno de los cuales yo mismo escribí (Sanz, 2002).

El recibir críticas y debatirlas forma parte consustancial de la actividad científica —"ciencia, dijo una vez Ortega, es todo lo que se puede discutir" (Yela, 1996, p. 355)— y, como tal, las asumo y agradezco porque me permiten conocer y corregir errores del estudio, poner de relieve sus limitaciones, y aclarar cuestiones sobre su diseño y desarrollo que no se han reflejado adecuadamente en el artículo por cuestiones de espacio. Desgraciadamente, y tal y como sugiere la frase de Polibio que inicia el título de este artículo, en los comentarios críticos de Ortiz-Recio et al. (2003) abundan los errores y malentendidos, por lo que espero que estas líneas, que abordan todas y cada una de sus críticas, sirvan también para corregirlos.

Efectivamente, de poco acertada se puede calificar la decisión de Ortiz-Recio et al. (2003, p. 54) de "hacer las críticas de manera general", asumiendo que, porque existe un coordinador del monográfico y los artículos comparten algunos criterios comunes de actuación, todos los artículos son iguales y han cometido los mismos errores, "aunque exista la necesidad de tomar ejemplos concretos para ilustrar esta revisión". Esta estrategia dialéctica es injusta con la diversidad de estudios del monográfico y me obligan a responder a las críticas personalizándolas en mi propio trabajo, ya que, supuestamente, todas le serían aplicables.

CRÍTICAS A LOS CRITERIOS

Una primera crítica se refiere a que, a pesar de que el período analizado sea 1989-1998, "se incluyen de forma desconsiderada una gran cantidad de artículos posteriores al 1998, referencias que son usadas para apoyar o formar una línea de investigación" (Ortiz-Recio et al., 2003, p. 54). Esto es totalmente falso. Tal y como explico en mi artículo: "Aunque el análisis cubre sólo la década de 1989 y 1998 y, por tanto, las líneas de investigación identificadas incluyen al menos cinco trabajos publicados entre 1989 y 1998, algunas de las referencias que se dan a continuación corresponden a trabajos publicados más tarde si tales trabajos ofrecen una visión más completa o acertada de las líneas de investigación identificadas, siguiendo las sugerencias de los investigadores con los que fue posible contactar durante la realización de este estudio" (Sanz, 2002, p. 64; el subrayado no estaba en el original). Por otro lado, de las 183 citas que aparecen en la descripción de las líneas de investigación, tan sólo 21 (un 11,5%) son posteriores a 1998. No creo que ese porcentaje pueda significar que la inclusión de referencias posteriores a 1998 se ha hecho "de forma desconsiderada", si con esto se quiere indicar que son demasiadas o la mayoría, máxime cuando todas ellas fueron sugeridas por los propios autores porque ofrecían una visión más completa o acertada de sus líneas de investigación que, por supuesto, habían sido previamente identificadas de acuerdo con el criterio de referencia (5 publicaciones científicas entre 1989 y 1998). Al revés, más bien se "consideró" la opinión de los autores.

Dado que las búsquedas bibliográficas y la identificación de líneas de investigación partió de los nombres de los profesores numerarios, Ortiz-Recio et al. (2003) censuran que el título del monográfico es inadecuado y sugieren que debería ser "Líneas de investigación de la Psicología española (1989-1998 - ¿1999-2001?): Según cinco publicaciones sobre un mismo tema y publicados por profesores numerarios". Dados los límites de longitud de los títulos, es obvio que la mención del objetivo del monográfico debería bastar para tener una idea del contenido del mismo, y que la mención detallada del criterio empleado para definir lo que se entiende por línea de investigación y de la muestra concreta utilizada para representar a la población objeto de estudio podría llevar a situaciones absurdas. Por ejemplo, ¿por qué no mencionar otros criterios utilizados o una definición aún más detallada de la muestra? Siguiendo las sugerencias de Ortiz-Recio y colaboradores, el título de mi artículo podría quedar así: "La década 1989-1998 en la Piscología española: análisis de las líneas de investigación en personalidad, evaluación y tratamiento psicológico (psicología clínica y de la salud) según cinco publicaciones (excluyendo manuales, libros de texto, actas de congreso, tesis doctorales, libros de divulgación y obras similares) sobre un mismo tema realizadas por profesores numerarios, a partir de las bases de datos PsycINFO, MEDLINE y ERIC y de la correspondencia directa con tales profesores que sólo fue contestada por el 42,1% de los mismos, según el número de trabajos localizados, el tipo de investigación y el índice de cooperación, según la orientación teórica y los campos de actividad investigadora seleccionados por el 42,1% de los profesores numerarios que contestó a una encuesta elaborada al efecto, según el número de trabajos publicados en revistas nacionales y extranjeras y del idioma en que estaban escritos tales trabajos, y según el factor de impacto esperado calculado a partir de los Journal Citation Reports". Es decir, un título de 157 palabras que más bien parece el resumen del estudio (las normas de Papeles de Psicólogo sugieren un resumen de 150 palabras).

Resulta paradójico, por otro lado, que la crítica sobre el título provenga de unos autores que titulan su artículo "Líneas de investigación en la Psicología Española (1989-1998). Una revisión crítica", título que claramente puede llevar a confusión al lector, puesto que su trabajo no versa sobre la investigación española en Psicología realizada en 1989-1998, sino sobre el monográfico realizado sobre esa investigación, y ni siquiera es una revisión en el sentido que habitualmente tiene en ciencia, esto es, una revisión narrativa o meta-analítica, sino tan sólo una crítica. En consecuencia, y siguiendo sus propias directrices de que el título debe ser claramente indicativo del contenido del artículo, los autores deberían haber utilizado, por ejemplo, un título similar al siguiente: "Una crítica de los artículos publicados en el monográfico de la revista Papeles del Colegio sobre «Líneas de Investigación en la Psicología Española (1989-1998)»".

Ortiz-Recio et al (2003) también critican que en mi artículo se incumple el criterio adoptado para seleccionar trabajos de investigación e identificar líneas de excluir manuales y libros de texto, y ponen como ejemplo la cita del libro Constructivismo y Psicoterapia de Feixas y Villegas (2000). Sin embargo, en este caso, al igual que en todos aquellos en los que las referencias citadas son libros y capítulos de libro, tales citas estaban refrendadas por al menos 5 artículos publicados en revistas científicas entre 1989 y 1998, y, además, también en todos los casos, fueron los propios autores quienes eligieron tales libros o capítulos para presentar sus líneas de investigación. Así, fue el propio Feixas quien eligió este libro para presentar su línea centrada en el diseño de métodos de intervención psicológica, especialmente con familias, inspirados en los conceptos y métodos de la teoría de los constructos personales de Kelly (Feixas, comunicación personal, 14 de septiembre de 2000), la cual cuenta con al menos 5 artículos publicados en revistas científicas entre 1989 y 1998 (p. ej., Botella y Feixas, 1992; Feixas, 1990a,b, 1992; Feixas, Cunillera y Mateu, 1990).

Ortiz-Recio et al. (2003) también cuestionan la no inclusión de las tesis doctorales entre los trabajos a tener en cuenta para analizar la producción científica. Por supuesto, comparto con ellos la opinión de que esas obras son por naturaleza investigaciones psicológicas. El problema es que su inclusión podría distorsionar la estimación de la producción científica, ya que muchas tesis doctorales son posteriormente publicadas en forma de artículos, capítulos de libros y libros, y no teniendo ninguna manera sencilla de distinguir unas de otras y, por tanto, de detectar y descartar referencias duplicadas, se decidió prescindir de las tesis. Es más, muchas tesis doctorales están compuestas por varios estudios de investigación que luego son publicados en diferentes artículos, por lo que parecía más justo contarlos por separado. En definitiva, en muchos casos, las tesis están contempladas porque se han tenido en cuenta los artículos y capítulos de libros a que dieron lugar; en otros casos, esto no ha sido así. La cuestión es si, a priori, esto último limita mucho las conclusiones del estudio de forma que nos hiciera suponer que las líneas identificadas no son representativas de la investigación española, los niveles de producción y difusión de la producción española no han seguido la evolución encontrada, o la temática y orientación teórica mayoritaria de las investigaciones son otras muy distintas. Creo que la respuesta más plausible es que no, que las conclusiones a las que se llegaría si se tuviera en cuenta ese porcentaje de tesis doctorales que no han sido publicadas en forma de artículos, libros o capítulos de libros, serían muy parecidas a las que he llegado en mi artículo.

Ortiz-Recio et al. (2003, p. 55) argumentan que podría darse el caso, según los criterios del monográfico, de que un "profesor con cuatro trabajos publicados en revistas tan prestigiosas como Science y varias tesis dirigidas todo dentro de una misma línea de investigación y se podría afirmar que no existe dicha línea". Por supuesto, siempre se puede argumentar elaborando un hipotético caso que sirve de excepción a la regla; pero este tipo de argumentos no es muy sólido ya que la cuestión no es si podría darse el caso, sino si realmente se da y, en concreto, si realmente se da con tanta frecuencia como para distorsionar las conclusiones del estudio. Creo que esto último es muy poco probable. Por supuesto, soy consciente de las limitaciones de los criterios del monográfico, sin embargo era el convencimiento de las personas que los adoptamos de que se conseguiría detectar una muestra razonablemente representativa de las líneas de investigación españolas en cada área (son todas las que están, pero no están todas las que son).

CRÍTICAS AL PROCEDIMIENTO

Ortiz-Recio et al. (2003) creen que "las bases de datos deberían ser comunes en los artículos expuestos en el monográfico" (p. 55). Esto puede ser un desiderátum muy razonable si se quieren comparar los resultados de las diferentes áreas. Pero, este último es un objetivo de Ortiz-Recio et al. (2003), no del monográfico. En ningún momento del mismo se dice que su objetivo sea comparar los resultados de las diferentes áreas. De hecho, el propio coordinador desalienta ese tipo de comparación al señalar algunas de sus limitaciones y considerar que es muy difícil, si no imposible, su realización (Fernández, 2002a, p. 4).

También el propio coordinador afirma que cada autor "gozó de una cierta flexibilidad para llevar a cabo las modificaciones oportunas en función de la especificidad de su área de conocimiento, siempre y cuando quedasen claramente reflejadas en su trabajo" y que "son los autores los responsables últimos del contenido de sus respectivos artículos" (Fernández, 2002b, p. 2). Parece más apropiado, pues, valorar la calidad de cada trabajo en sí mismo y cómo puede quedar afectado por las modificaciones, en lugar de centrarse en la uniformidad con los demás, y, en todo caso, valorar si cualquier modificación en el procedimiento inicialmente acordado se ha reflejado claramente en cada trabajo en concreto. El lector tiene la palabra sobre lo primero; sobre lo segundo, las modificaciones en cuanto a qué bases de datos se utilizaron y cuáles no, quedan claramente señaladas en mi artículo (p. 55-56, Sanz, 2002).

Ortiz-Recio et al. (2003) prosiguen su crítica señalando que en mi estudio he consultado PsycINFO que no estaba en las bases que se debían examinar y he dejado sin consultar PsycLIT, PSICODOC98 e ISBN. Parecen olvidar estos autores que PsycLIT es un subconjunto de la base de datos PsycINFO. Aunque esta última cubre más años que PsycLIT, con registros que se remontan incluso hasta 1887, a efectos de los años cubiertos en el monográfico (1989-1998) las dos bases de datos son iguales.

Tienen razón, sin embargo, en que omití las búsquedas iniciales en PSICODOC98 e ISBN. Su utilización tenía a priori la ventaja de poder conseguir una muestra aún más amplia de la producción científica española en psicología clínica y de la salud, pero también conllevaba unos importantes costes en términos de horas de trabajo que ponían en peligro la viabilidad de la investigación dada la gran cantidad de profesores que forman parte del área de personalidad, evaluación y tratamiento psicológico, dado el gran volumen de trabajos que era probable que aparecieran, dado que era seguro que muchos de esos trabajos ya hubiesen sido identificados en las búsquedas realizadas en PsycINFO y MEDLINE, lo que además habría supuesto muchas más horas de depuración de referencias duplicadas, y dado que no había ningún procedimiento automático o informatizado para introducir todos esos trabajos en la base de documentos creada al efecto para realizar los análisis. Puesto que contaba con las referencias aportadas por PsycINFO (la base de datos sobre Psicología y ciencias afines con mayor número de documentos registrados, más de 1.900.00, pertenecientes a unas 1.800 revistas, 37 de las cuales son españolas) y MEDLINE (la mayor base de datos bibliográfica sobre Medicina, con 12 millones de registros procedentes de 4.600 revistas, más de 300 de ellas sobre Psiquiatría y Psicología) y puesto que obtuve un 42% de contestaciones de los profesores a la petición de rectificación y perfeccionamiento de los trabajos encontrados, me parecía que todo ello formaba ya una base suficientemente sólida de trabajos (en total, 2.079) para hacer estimaciones sobre las características de la investigación española en psicología clínica y de la salud.

Ortiz-Recio et al. (2003) también critican que las cartas enviadas a los profesores numerarios para que completaran y corregieran la información obtenida en las bases de datos tan sólo fueran contestadas por un 42,1% de los profesores. Si se valora ese porcentaje en el contexto del único artículo del monográfico que Ortiz-Recio y colaboradores salvan explícitamente de sus críticas, el de Santolaya, Berdullas y Fernández Hermida (2002), la crítica ni se entiende ni se sostiene. Según Ortiz-Recio et al. (2003, p. 53) en dicho artículo se "ha realizado un excelente análisis del desarrollo de la Psicología profesional en España" (opinión que, por otro lado, yo también comparto), pero, curiosamente, los datos en que se basa dicho artículo provienen de una encuesta enviada a los psicólogos del COP que sólo fue contestada por el 25% del total de colegiados, un porcentaje mucho menor que el 42% de mi estudio. Por otro lado, ¿qué porcentaje de contestación era de esperar? Seguro que en algunos casos los profesores estaban de acuerdo con la información obtenida en las bases de datos y, por tanto, no vieron la necesidad de contestar a la carta.

Ortiz-Recio y colaboradores podrían argumentar que la población de referencia no debería ser la producción científica de los profesores numerarios, sino la de todos los profesores, numerarios o no. Según los datos del INE (1999), durante el curso 1997-98 había en el área de personalidad, evaluación y tratamiento psicológico 265 profesores numerarios, 218 asociados, 26 ayudantes y 6 de otras categorías, por lo que ese 42% de contestaciones de profesores numerarios supondría que el 21,7% del total de profesores contestaron a las cartas enviadas, porcentaje tan sólo 3,3% más bajo que el que sirvió de base al estudio de Santolaya et al. (2002). Sin embargo, esta extrapolación no sería justa del todo, ya que para ser profesor asociado o ayudante no es necesario ser doctor (de hecho, puede que algunos de ellos no tengan reconocida ni siquiera la suficiencia investigadora) ni tampoco, en el caso de los asociados, se les exige entre sus tareas realizar investigación. En consecuencia, parece lógico suponer que su producción científica represente un porcentaje sobre el total de la producción científica del área de personalidad, evaluación y tratamiento psicológico bastante inferior al porcentaje que representa su número sobre el total de profesores del área. Pero, además, ese porcentaje del 21,7% es por supuesto mucho más alto ya que al mismo habría que añadirle todos los trabajos localizados en las bases de datos correspondientes a los profesores numerarios que no contestaron a las cartas, entre otras razones, porque les parecieran correctos los datos suyos de que disponía.

Ortiz-Recio y colaboradores podrían seguir argumentando que la población de referencia no es sólo la producción científica de los profesores, sino que habría que sumarle la de los profesionales que trabajan en centros de salud mental, hospitales, centros privados, etc. Esta cuestión fue abordada expresamente en las conclusiones de mi artículo (Sanz, 2002, p. 79), donde estimé, a partir de los datos de afiliación del primer autor de los trabajos publicados en Análisis y Modificación de Conducta y en Clínica y Salud, que entre el 60% y el 90% de la investigación española en psicología clínica y de la salud es llevada a cabo por profesores de universidad. Consistentemente, los datos de un reciente estudio sobre la producción científica en la Comunidad de Madrid durante el bienio 1999-2000 permiten estimar que el 74,5% de los artículos científicos sobre Psicología, al menos en dicha comunidad, son realizados desde la universidad, porcentaje que llegaría al 88% si se incluyen los hospitales universitarios (CINDOC, 2002, pp. 384-385).

En definitiva, el lector deberá valorar si un estudio sobre la producción científica en psicología clínica y de la salud realizado a partir de una muestra de 2.079 trabajos publicados por las personas del colectivo que realiza la inmensa mayoría de la investigación psicológica en España, puede llegar a estimaciones aceptablemente fiables sobre dicha producción o, por el contrario, es una muestra tan pequeña y poco representativa como para invalidar las conclusiones de mi estudio. Honradamente, cuesta pensar que esto último sea cierto, máxime cuando no hay muchos estudios en la literatura psicológica que trabajen con una muestra de 2.079 individuos (trabajos en mi caso) tan representativa. Por ejemplo, lo habitual en los tests clínicos y de personalidad en España es baremarlos con muestras, a lo sumo, de 300-1000 personas, la mayoría de ellas procedentes, en el mejor de los casos, de un par de ciudades españolas, y asumir que son "baremos españoles". Por supuesto, eso no quiere decir que los resultados de mi estudio no deban ser vistos con cautela cuando se tomen como estimaciones de la producción científica española, tanto por el tamaño de la muestra como por la utilización de ciertos criterios de exclusión-inclusión, pero esa cautela no parece justificar juicios que califiquen a los trabajos como "hirientes" y concluyan de manera indiscriminada que "lejos de conseguir el objetivo, lo que queda reflejado es una distorsión de las líneas de investigación de la psicología española" (Ortiz-Recio et al., 2003, p. 54), al menos que tales juicios vengan avalados por datos y argumentos sólidos. Lamentablemente, Ortiz-Recio y colaboradores no aportan ningún dato que fundamenten sus juicios, que nos indiquen cuáles son las características "reales" de la investigación española en psicología clínica y de la salud durante 1989-1998 en lugar de las que juzgan distorsionadas.

OTRAS CRÍTICAS

Ortiz-Recio et al. (2003) estaban preocupados por el concepto de "revista internacional" que se utilizaba en el artículo: "una revista científica publicada en otro país distinto de España, o una revista que, siendo publicada en España, está dirigida fundamentalmente a una audiencia internacional como indicaría el hecho, por ejemplo, de que utilice el inglés como único idioma de sus artículos" (Sanz, 2002, p. 57). Es cierto que el adjetivo "internacional" puede que no sea el más apropiado para esa definición, y que, tal y como muestra Buela-Casal (2001), la definición de lo que es una revista internacional puede responder a múltiples criterios y, por tanto, resultar problemática. Bien, sustituyamos el adjetivo "internacional" por "extranjera y/o en un idioma extranjero" (expresión que, por cierto, también aparece en mi artículo para hablar de revista internacional). Al fin y al cabo, la definición del concepto de "revista internacional" se hace en el contexto del análisis de la capacidad de nuestra producción científica para llegar a los investigadores de otros países, esto es, de su difusión internacional (veánse las pp. 56-57 y toda la sección de resultados titulada "Difusión de la investigación"; Sanz, 2002). De hecho, hay que recordar que el monográfico responde al objetivo general de "dar a conocer internacionalmente las líneas de investigación de la psicología española de los últimos diez años" (Fernández, 2002a, p. 3), de ofrecer una "síntesis de la situación en que se encuentra la psicología en nuestro país, a fin de que ésta alcance una difusión internacional" (Fernández, 2002a, p. 5). Es obvio que el inglés es, actualmente, el idioma de la ciencia, el idioma más empleado por los investigadores de todo el mundo, aparte del propio. Por tanto, los trabajos publicados en inglés, en comparación a los escritos en castellano, tendrán una mayor posibilidad de ser leídos por los investigadores de otros países, su difusión y visibilidad serán mayores. Igualmente, los trabajos publicados en una revista extranjera (p. ej., editada en Francia) en su propio idioma (el francés), tendrán más posibilidades de ser leídos por los investigadores franceses que si están escritos en castellano; por supuesto, ese trabajo escrito en francés a lo mejor tampoco es leído por los investigadores de otros países distintos a Francia, pero está claro que el investigador español que escribe ese trabajo en francés pretende llegar, al menos, a esa audiencia de investigadores franceses, pretende dar difusión internacional a su investigación. Y siguiendo con mi definición de "revista extranjera y/o en un idioma extranjero" (antes "revista internacional"), los trabajos publicados en castellano en una revista editada en México es más probable que lleguen a los investigadores mexicanos que si son publicados en una revista editada en España; por tanto, su difusión internacional, su difusión en ese otro país, será, en principio, mayor.

En definitiva, el idioma en que está escrito el trabajo y el país de edición de la revista se contemplan en mi artículo como indicadores de la difusión internacional de la investigación (p. 56, Sanz, 2002) y, de hecho, las revistas en castellano editadas en países distintos de España eran consideradas "internacionales" (p. ej., la Revista Mexicana de Psicología) porque suponía que el autor español que publica sus trabajos en dichas revistas pretende dar a conocer su trabajo fuera de España, pretende que sus hallazgos sean conocidos fundamentalmente por los investigadores de otros países.

Causaban también preocupación a Ortiz-Recio et al. (2003) las "afirmaciones que incitan a creer que el hecho de un trabajo esté escrito en una u otra lengua es signo de mayor o menor calidad" (p. 56). Sin embargo, no existe ninguna de tales afirmaciones en mi artículo. De hecho, no se menciona en ningún momento la palabra calidad, sino que se habla de difusión, accesibilidad, impacto, repercusión, proyección, etc. Ortiz-Recio et al. (2003) van más allá en su crítica y, tras citar la definición de revista internacional que utilizo en mi artículo, afirman que "tratar de confundir esta definición de «revista internacional» con calidad, no es sino un acto de servilismo lingüístico" (p. 56). De nuevo, no hay ninguna afirmación en mi artículo que indique o insinúe que los artículos publicados en revistas extranjeras o en otros idiomas distintos al castellano sean de mayor calidad.

Desgraciadamente, parece que la frecuencia y ligereza con que algunas personas y organismos oficiales igualan sin más calidad con publicación en revista extranjera en inglés lleva a algunas personas contrarias a tal binomio, como Ortiz-Recio et al. (2003), a ver ese fantasma donde no existe. Y ese mismo fantasma parece que también planeaba por el artículo de Buela-Casal (2001) cuando, tras asegurar que sus comentarios no pretenden ser una crítica a los trabajos bibliométricos realizados por Alcaín Portearroyo y Carpintero (2001) y por mí mismo (Sanz, 2002), afirmaba que su lectura le había llevado a una serie de reflexiones y críticas sobre la confusión entre internacional y calidad, entre factor de impacto y calidad, y entre publicar en inglés y calidad. Quiero creer que efectivamente tales reflexiones y críticas no implicaban que Buela-Casal observara esas confusiones en dichos trabajos, porque, sencillamente, tales binomios, confusiones o afirmaciones no existen en el mío. La cuestión del idioma y del país de origen de la revista sólo se menciona como indicador de difusión o accesibilidad de la investigación, nunca de su calidad, y la cuestión del índice de impacto de las revistas se menciona, con todas sus limitaciones, como indicador de la repercusión o impacto de una revista en la comunidad científica, no como índice de su calidad. De hecho, en mi artículo no se juzgan los currículos de los investigadores españoles, ni su capacidad investigadora, ni la calidad de sus trabajos, aunque algunos parecen haberlo visto de este modo —sus razones tendrán.

BIBLIOGRAFÍA

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