PAPELES DEL PSICÓLOGO Vol. 43-1 Enero - Abril 2022

marzo, 2015), por lo que es el centro de atención de las terapias cen- tradas en la compasión. Uno de los modelos conceptual y empíricamente más aceptados sobre compasión es el que ha desarrollado Neff (2003). De acuer- do con este modelo, tres cualidades definirían a las personas com- pasivas: 4 Autoamabilidad, entendida como propensión a tratarse bien a uno mismo, con afecto y comprensión, en vez de autocriticarse o autoculpabilizarse recurrentemente por los errores. 4 Humanidad compartida, asumiendo que el dolor y el malestar son parte de la vida y, como tales, inherentes al ser humano, en la medida en que todos somos imperfectos y vulnerables. Lo contra- rio nos llevaría a aislarnos, pensando que nuestra situación y nuestro sufrimiento son únicos. 4 Atención y conciencia plena, atributo que alude a la capacidad para detectar el sufrimiento en nosotros y en los demás, sin pre- tender juzgarlo, negarlo o huir de él. Según Neff, el mindfulness ayudaría a la persona a no sobreidentificarse con el sufrimiento, quedándose atrapada por este. La compasión no solo se revela como un recurso psicológico eficaz para prevenir y reducir el afecto negativo, la depresión, el estrés y la ansiedad (Muris et al., 2016; Pauley and McPherson, 2010; Trompet- ter et al., 2017). También constituye un predictor significativo del fun- cionamiento psicológico positivo (Neff et al., 2018; Sun et al., 2016). En este sentido, uno de los principales beneficios de la compasión es que promueve en el individuo el afán por lograr su crecimiento personal (Aranha et al., 2019; Neff et al., 2007). Lejos de llevar a la autocom- placencia y a la autoindulgencia, la compasión propicia una autoeva- luación más realista (Leary et al., 2007), lo que conduce a una mayor aceptación y disposición a asumir los errores cometidos, y a enfocarse hacia la automejora y la búsqueda de la mejor versión de uno mismo (Breines y Chen, 2012; Zhang y Chen, 2016). 4.5. Funcionamiento positivo óptimo en el ámbito organizacional: capital psicológico El interés científico por el funcionamiento positivo óptimo ha trascendi- do el ámbito clínico, alcanzando también gran relevancia en otros ám- bitos como el organizacional. En este sentido, en las últimas dos décadas se observa una atención creciente hacia el estudio y aplica- ción de los recursos, capacidades y potencialidades humanas que con- tribuyen a lograr un funcionamiento más adaptativo e incrementar el bienestar del trabajador en el seno de la organización (Luthans, 2002). Se pretende, en definitiva, identificar aquellas variables psicológicas que puedan constituir recursos laborales eficaces para facilitar la con- secución de los objetivos organizacionales; reducir las demandas y presiones laborales que puedan entrañar un coste importante para la salud física y psicológica del trabajador; y estimular su crecimiento per- sonal (Demerouti et al., 2001). Con esta finalidad, Luthans et al. (2007) propusieron el constructo capital psicológico como exponente paradigmático de la conducta organizacional positiva. El término capital psicológico alude a un es- tado de desarrollo psicológico positivo caracterizado por: 4 Confiar en la capacidad propia para esforzarse y tener éxito en tareas que entrañen un desafío (autoeficacia). 4 Perseverar en los objetivos y, cuando sea necesario, reorientarlos para alcanzar el éxito (esperanza). 4 Hacer atribuciones positivas respecto al rendimiento presente y fu- turo (optimismo). 4 Resistir y recuperarse de las adversidades para lograr el éxito (re- siliencia). Se trata de un recurso psicológico eminentemente plástico y, como tal, puede ser potenciado y desarrollado (Luthans y Youssef-Mor- gan, 2017). De hecho, el capital psicológico resulta adaptativo, no solo desde el punto de vista productivo, favoreciendo el compromiso del trabajador con la organización, su rendimiento y su satisfacción laboral (Datu et al., 2018; Djorouva et al., 2019; Newman et al., 2014), sino también para su salud mental. Así, por un lado, numero- sos trabajos han encontrado una relación negativa significativa entre el capital psicológico y la depresión, la ansiedad, el estrés, el bur- nout o el abuso de sustancias (Krasikova et al., 2015; Rahimnia et al., 2013; Rehman et al., 2017). Por otro lado, el capital psicológico se erige en un predictor del bienestar psicológico (Baron et al., 2016; Hernández-Varas y García-Silgo, 2021), contribuyendo sig- nificativamente al crecimiento personal del individuo (Culbertson et al., 2010; Manzano-García y Ayala, 2017). Los cuatro componentes del capital psicológico (autoeficacia, es- peranza, optimismo y resiliencia) no solo ejercen una acción sinérgi- ca en su relación con el crecimiento personal, sino que, de forma individual, también parecen contribuir a su consecución, tal y como se expone en los siguientes apartados. FUNCIONAMIENTO PSICOLÓGICO PLENO 68 A r t í c u l o s TABLA 2 APORTACIONES ESPECÍFICAS DE LAS TERAPIAS DE MINDFULNESS Y COMPASIÓN (GARCÍA CAMPAYO Y DEMARZO, 2015) MINDFULNESS COMPASIÓN Pregunta a la que responde ¿Cuál es la experiencia aquí y ahora? ¿Qué necesita la persona ahora para estar bien y disminuir el sufrimiento? Objetivo Tomar conciencia de la experiencia real y aceptar su naturaleza Reconfortar a la persona frente al sufrimiento, entendiendo que el dolor primario es inherente al ser humano Riesgo de cada terapia si no se equilibra con la otra Aceptar el malestar de la persona, olvidándose de sus necesidades (afecto), centrándose exclusivamente en la experiencia. Eventual ausencia de motivación y actitud ética y compasiva hacia uno mismo y hacia el mundo No aceptar la experiencia del sufrimiento, que es inevitable. No centrarse en el aquí y ahora, en la naturaleza real de las cosas, y querer buscar soluciones para el futuro

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