Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 2001. Vol. (80).
CÉSAR GILOLMO
Viernes 19 de Octubre de 2001, me llama Juan Carlos Duro: "Carlos Camarero ha muerto, murió el miércoles, ayer le incineraron". Me quedo helado. Carlos vivía a 300 metros de mi casa, podíamos encontrarnos dos días seguidos o no vernos en meses. Esta vez fueron meses, ¡cuánto lo siento! En los años que ha durado su enfermedad, un cáncer, nos hemos estado viendo unas cuantas veces, sobre todo en los momentos en que salía de sus recaídas fuertes. Me decía que cuando estaba mal no quería ver a nadie. En la etapa de las sesiones de "quimio" lo pasó mal: "me dejan hecho polvo varias semanas, prefiero estar solo". Me encontraba con más frecuencia a Viky, su mujer, ella hacía la compra, yo también. Me iba contando: "regular", "mejor", "ha tenido otra recaída", "ahora bastante bien, ha vuelto al trabajo tenemos esperanzas"...También a veces me encontraba con su hijo, Miguel, le preguntaba, era optimista. "Se ha portado fenomenal con su padre" me dice ahora Viky.
Le iba a ver a su casa. Tuvimos varias conversaciones largas. Recordábamos "los viejos tiempos" como solía decir, y esos tiempos eran los de las luchas de los psicólogos, nuestra Sección del Colegio de Licenciados. Allí le conocí, antes sólo de vista en la facultad. Yo era el presidente de la Sección, él intervenía en las asambleas: "no podemos actuar de forma voluntarista, hay que organizarse, actuar con sentido profesional" Era sensato, en una de nuestras elecciones le pedí que se incorporara a nuestra candidatura, en otras posteriores, que la encabezara. Yo había liderado aquel proceso hasta un cierto momento, no tenía claro el seguir haciéndolo, en 1980 él acabaría siendo el primer Decano del Colegio que estábamos gestando. Cartas, entrevistas, reuniones en Madrid, en Barcelona, en Valencia, asambleas, manifestaciones, jornadas, congresos...para conseguir un Colegio profesional un Estatuto de la profesión, puestos en la sanidad, en la enseñanza, psicología pública "al alcance de toda la población", mejores planes de estudios, Facultades de psicología independientes.. Luego la etapa del COP: La coordinadora de Secciones, la Junta de Madrid, la Junta estatal, la comisión permanente...Mercé, Adolfo, Vicent, Rafael, Alfredo, Jordi, Miguel, Alfons, Itzíar, Miguel Angel, Carmen, Lázaro, Mariana, María Antonia, Africa, Agustín, Emilio, Javier, Rosa, Mario, y muchos más, antes y después.
Intercambiábamos anécdotas, valoraciones. Se percibía el cansancio que al final llegó a suponernos todo aquello, cierto desengaño, ¡tanto esfuerzo!. Hablábamos como dos "quemados", manteníamos algunas diferencias: los catalanes!.. Sin embargo acabábamos coincidiendo en la importancia que posiblemente aquel esfuerzo nuestro y de muchos otros supuso para la profesión, estábamos satisfechos con lo que hicimos. No quería ser voluntarista pero acabó siéndolo dedicando horas y horas al Colegio, era necesario y lo hizo.
Estaba ilusionado, había tenido bastantes meses durante sus bajas para revisar todos sus papeles, documentos, me dijo que tenía infinidad de ellos, aún estaba ordenándolos. Había recordado muchas cosas mientras los miraba..."ya me los enseñaría"...
En aquel momento, Junio, hace ahora poco más de un año, estaba bien, estabilizado, parecía que la enfermedad estaba definitivamente controlada "pero nunca se sabe"... Iba a trabajar a su despacho del IMSERSO como Jefe del área de Refugiados aunque aún no a pleno rendimiento. Le propuse que me acompañara: al día siguiente me daban una de las Menciones de Honor del COP de ese año en el marco de "La noche de la psicología madrileña", él ya había recibido "Honores" muchas veces, me apetecía su testimonio. Fuimos en mi coche: bromas, risas, estaba bien. Otras veces había faltado a esa cita anual por su enfermedad, ahora me parecía plenamente recuperado. En la cena y la sobremesa igual: saludos, abrazos, bromas, fotos, comentarios. Le dejé en casa, estaba bien, no volvimos a vernos. En Mayo (?) pasado me encuentro a Viky, parece seguir bien. Ahora me dice: "en verano empezó a encontrarse peor, a mediados de septiembre tuvo una recaída muy fuerte, le ingresamos...
Carlos era un hombre afable, simpático, con gran sentido del humor, amante del teatro (hizo algo en su juventud), del cine, del arte, de los libros, de los viajes. Más de uno le sacábamos un parecido con Groucho Marx. Le encantaba, reía. Tenía una paciencia infinita, presidía con calma admirable aquellas primeras Juntas del COP que duraban uno y a veces dos días completos, Sábado y Domingo, muy formalizadas desde el principio, a veces burocráticas, interminables. Era un momento de institucionalización del Colegio: creación de Delegaciones, sedes, elecciones, cuentas...No era fácil combinar estas tareas organizativas, que llevaban mucho tiempo, con el mantenimiento de la acción externa: reivindicaciones profesionales, movilizaciones, gestiones, representación. Se hizo. Este segundo aspecto se fue haciendo más complejo, más ramificado, más pausado, más formal, más institucional, Carlos dirigía ese proceso. Dedicaba gran cantidad de tiempo y esfuerzo y tenía un alto sentido de la responsabilidad. Cuando renunció a la reelección lo dejamos también casi todos los antiguos. En 1987 Adolfo Hernandez, hasta entonces Secretario, sería el nuevo Decano, Carlos siguió colaborando después como Director de la revista del Colegio. En 1992 fallecía uno de aquellos antiguos, Rafael Burgaleta. Carlos le visitó con frecuencia en la clínica, charlaron mucho, me lo contaba. Después lo escribió en "Papeles", era afectuoso. En la ya larga lucha por la institucionalización y el reconocimiento de nuestra profesión los psicólogos estamos en deuda con él. Quede ahora nuestro afecto unido a su recuerdo.