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Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.

PAPELES DEL PSICÓLOGO
  • Director: Serafín Lemos Giráldez
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Papeles del Psicólogo, 1983. Vol. (10-11).




PSICOLOGIA Y FRACASO ESCOLAR

ANTONIO PEREZ MARTIN-TERESO. EMILIO CIDAD MAESTRO ANTONIO PEREZ MARTIN-TERESO. EMILIO CIDAD MAESTRO

Al psicólogo, como a cualquier otro profesional, con cierta frecuencia se le pide que solucione problemas generados en el desarrollo histórico de la sociedad, en espera de que la psicología tenga alguna respuesta para ello, dado que son, los referidos al comportamiento humano, su objeto de estudio predilecto.

En cada momento histórico y en cada lugar, desde que la psicología ha sido aplicada, se le plantean al psicólogo profesional problemas diferentes, desde como clasificar a los individuos atendiendo a una característica o conjunto de características hasta como mejorar las condiciones x o y de una situación compleja con "n" variables.

Uno de los últimos retos lanzados a los psicólogos que trabajan en el campo de la educación ha sido el del llamado "fracaso escolar".

Se les pide -y no sólo a los psicólogos, también a los pedagogos, sociólogos, etc.- soluciones al problema, y probablemente las soluciones que hasta el momento han evacuado los denominados expertos han sido manifiestamente ineficaces porque el análisis previo del problema ha adolecido del necesario rigor, quizás como consecuencia de una percepción excesivamente simplista o distorsionada del problema lo que lleva inevitablemente a un planteamiento defectuoso del mismo y a unos procedimientos resolutivos de dudosa eficacia. A este respecto, hay que destacar el hecho de que los planteamientos de los "problemas humanos", que a su vez condicionan las fórmulas resolutivas, no son uniformes y esta falta de uniformidad es a su vez consecuencia de los diferentes sistemas de explicaciones desde los cuales el ser humano percibe, analiza e interviene en su misma realidad.

¿Qué es el fracaso escolar?. Habitualmente se define por el resultado de una medida: el tanto por ciento de alumnos que no obtienen el titulo previsto al final de sus estudios, o la calificación prevista para acceder al nivel escolar inmediato superior. Definición que no es tal, ya que confunde el concepto con una de sus posibles medidas.

La expresión fracaso escolar está llena de connotaciones resultado del proceso de formación social del concepto y de la metodología que siguen cada uno de los estudiosos del tema. Desde sus orígenes, el fenómeno se relaciona con las repercusiones sociales que tiene para cada individuo el alcanzar un bajo nivel de estudios (Bodin, 1945). Más recientemente (Stamback, 1976) afirma que no se puede comprender el por qué del fracaso escolar sin un análisis de la función que cumple la institución escolar en la sociedad y por lo que toda investigación del por qué del fracaso escolar debe estar integrada en una perspectiva sociopolítica e histórica que le da su sentido.

Trataremos de explicar el fracaso escolar desde los fines del sistema educativo y de la realidad sociopolítica, marginando las explicaciones psicologistas que atribuyendo el fenómeno a los déficits intrínsecamente cualitativos de los sujetos sitúan el problema fuera del discurso pedagógico, del análisis político y de la intervención social.

Teóricamente la escuela es la institución complementaria de la familia donde los individuos aprenden los mecanismos de socialización y aculturación necesarios para mantener un desarrollo sano y estable en y de la sociedad en que viven. Se le asignan como funciones: la transmisión de la cultura, la formación de innovadores y dirigentes, la selección social y la selección de la manó de obra adecuada a cada nivel de la producción (Musgraves, 1972). Ahora bien, si en principio se vió en la escuela la institución democratizadora de la sociedad, instrumento de la igualación social, por ofrecer a todos las mismas posibilidades, en la actualidad, después de numerosos cambios estructurales y de una elevación general del nivel cultura, no cabe sino el pesimismo ya que no han disminuido más que débilmente cuando no han sido reforzadas las diferencias sociales fundamentales. Y no es esta una aseveración ideológica, todos los investigadores coinciden en ella, y es que los mecanismos de socialización y aculturación tienen como efecto primero, la reproducción de la sociedad tal como es (Alain Gras, 1974). En este sentido, la función escolar vendría regida por lo que ocurre a la salida de la escuela, sistema productivo, mercado de trabajo, etc.

Un mecanismo de desagregación.

Desde esta perspectiva el fracaso escolar sería un resorte funcional de todo sistema educativo en las sociedades de modelo productivo capitalista (Baudelot, 1983), un mecanismo de desagregación que elimina de la pirámide escolar en cada momento a los menos favorecidos social, económica y culturalmente. La confirmación del hecho está en el resultado del estudio de las pirámides escolares en las, que la cúspide, que representa a los individuos con mayor tiempo de permanencia en el sistema escolar, está ocupada por aquellos que proceden de las clases mejor situadas socialmente, y que los mecanismos selectivos de más bajo nivel (la doble titulación graduado escolar-certificado de escolaridad) dejan fuera del sistema a aquellos que menos posibilidades socioeconómicas tienen.

Los mecanismos de desagregación han funcionado con una gran efectividad hasta ahora, valiéndose de distintos modelos, entre los que se encuentra el "natural": bajas expectativas de amplias capas de población que creen en las aptitudes heredadas y que confían poco en el éxito de sus hijos o la tradición de explotación rural de carácter familiar que se nutre de la fuerza de trabajo que aporta la familia; el de la evaluación con criterio estadístico en el que sólo aprueban los que obtienen puntuaciones por encima de la media o de menos de una desviación típica o de cualquier otro criterio, con el que siempre queda por debajo un número determinado de sujetos; o el de la selección directa utilizado para acceder a un nivel de enseñanza o centro concreto: sólo pueden acceder un número x de individuos, los mejores según el criterio de selección que se utilice.

Y otros que no es el caso seguir describiendo.

El asunto es que el fracaso escolar se mide habitualmente por el tanto por ciento de sujetos que quedan desagregados del sistema educativo o desviados a canales de menor prestigio y menor posibilidad de éxito social. La solución de este problema es estrictamente política y depende de las necesidades del sistema socioeconómico y político. Ni los psicólogos, ni los pedagogos, ni los sociólogos pueden aportar solución alguna, ni los profesores, que si todos decidieran dar un aprobado general forzarían a los políticos a establecer un sistema de selección más directo, en cuyo caso el fracaso escolar llegaría nítidamente a la sociedad como un mecanismo selectivo. Sin embargo, el "hecho necesario" del fracaso escolar se ha dramatizado en los últimos tiempos, explicación que hay que buscar en las relaciones entre sistema educativo y sistema productivo. Por un lado los títulos, certificados y demás documentos acreditativos del paso por el sistema educativo sirven para identificar en el mercado de trabajo al sujeto correspondiente. Y en un momento de crisis económica como el que atravesamos los que más stock en el sistema educativo acreditan más posibilidades tienen de empleo, de permanecer en él y de alcanzar más altas cotas. Por lo que, los que tienen menos stock acreditado, al haberse producido una inflación de títulos se ven con escasas posibilidades de encontrar un trabajo. Por otro, la pirámide de población por sectores productivos se ha modificado en España en el proceso de industrialización, por lo que se hace más necesaria la acreditación cultural.

Parece que el fracaso escolar no sería tal si todo individuo con más o menos tiempo de permanencia en el sistema educativo se pudiera integrar sin mayores dificultades en el sistema social y productivo, si pudiera seguir perfeccionándose sin limitación y si las diferencias entre los extremos de las tablas salariales fueran cortas, lo que motivaría una menor presión sobre las profesiones de mayor status, ya que todas tendrían un status parecido. Es obvio que esta lógica conecta con un sistema de valores diferente al actual, en el que la competitividad y meritocracia son el motor de la dinámica social.

¿Qué puede hacer el psicólogo?

Si nada puede hacer el psicólogo en el fracaso escolar caracterizado como mecanismo de selección del sistema educativo, ¿qué se le puede pedir y qué puede hacer?. Convendría distinguir rendimiento escolar, calidad del sistema educativo y fracaso escolar como realidades distintas.

El rendimiento escolar hace referencia al nivel alcanzando en relación a unos objetivos previamente establecidos. Nada tiene que ver con el fracaso escolar. Centros poco exigentes en relación a los objetivos normativos pueden calificar a todos sus alumnos de aprobado mientras que centros más exigentes pueden reprobar a un porcentaje considerable de sus alumnos. De esta guisa un mismo alumno puede resultar aprobado en el centro x y suspender en el z, problema que afecta en primera instancia a la administración del Estado que en el caso concreto de Espada no ha conseguido hacer funcionar un sistema único de referencia que sea seguido por todos los centros y profesores, con lo que las evaluaciones de los centros no son comparables entre si, salvo que se realicen pruebas únicas confeccionadas ad hoc para este menester.

En este terreno y descendiendo al ámbito de un centro concreto, el psicólogo puede jugar un papel importante en la operativización de los objetivos a conseguir, poniendo en relación objetivos terminales con posibilidades reales de los sujetos, así mismo en la facilitación de metodologías apropiadas de acuerdo con el estadio evolutivo de los sujetos y los conocimientos que se tienen de aprendizaje. Puede por tanto influir en la modificación de] rendimiento escolar de los centros. Sin embargo, la mayor parte del trabajo que se le exige al psicólogo en el centro escolar se refiere a casos individuales concretos, solicitándole diagnóstico y orientación. En estos casos el psicólogo puede diagnosticar y ayudar al alumno a mejorar su rendimiento mediante programa de trabajo. El resultado puede ser un mejor rendimiento escolar del alumno, pero esto no elimina el fracaso escolar, contribuye a mejorar el nivel del centro y a que el alumno en cuestión sea más competitivo en relación a sus compañeros. Una importante contribución en este aspecto sería la de modificar los sistemas de evaluación estadísticos por el de alcanzar objetivos posibles donde todos pudieran tener éxito.

Con todo, la educación no es un fenómeno que se refiera exclusivamente al aula, sino que se ve más influido por el medio extraescolar que por la propia escuela, y aquí se abre la expectativa de la intervención comunitaria, con programas que intentan influir en las condiciones de la familia y del medio social más inmediatamente vinculado a la escuela. Esta nueva perspectiva se abre una vez ensayados distintos modelos de educación compensatorio que intervenían sobre variables diferentes como: ratio alumnos profesor, dotación de biblioteca, servicios complementarios, etc., consideradas como variables de gran peso en el rendimiento de los centros y después de comprobar que la varianza explicada del resultado final no alcanza ni al 30% manejando 8 variables al mismo tiempo (Coleman).

Los investigadores empezaron a pensar que las variables con más peso estaban fuera de la escuela y en la metodología que siguieran los profesores por lo que se han ensayado programas de entrenamiento de profesores, entrenamiento de padres y movilización de recursos sociales de la comunidad, haciendo hincapié en la necesidad de trabajar con objetivos operativizables que permitan la evaluación permanente de la intervención. Es este un campo de trabajo abierto recientemente en España y en el que el psicólogo es pieza clave.

En este sentido, por una parte está todo el trabajo encaminado a proporcionar una metodología que permita evaluar los resultados de los planes de intervención en el ámbito educativo y por otra, y ligada íntimamente a la anterior, está la investigación-acción que en este campo hay que realizar coincidiendo con los trabajos que en el mismo sentido se realizan internacionalmente. Trabajos encaminados a caracterizar las variables de mayor peso en el rendimiento escolar, variables que por otra parte son los indicadores indirectos de la calidad del sistema educativo, aquellas cuya manipulación permite influir en la consecución de los objetivos terminales.

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