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PAPELES DEL PSICÓLOGO
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Papeles del Psicólogo, 1986. Vol. (24).




LAS COMUNIDADES TERAPÉUTICAS DE DROGODEPENDIENTES EN ESPAÑA

OCTAVIO GRANADO.

Presidente de la Comisión de Drogas del Senado.

INTENTAR resumir en un artículo breve la situación de las Comunidades Terapéuticas (CT) de drogodependientes en España no es tarea fácil, y exige excluir consideraciones sobre límites previos, que podrían introducir un trabajo más amplio: sus antecedentes en la historia de la psiquiatría, sus signos distintivos, si en base a estos elementos definitorios algunas de las CT tendrían la consideración de tales. Vamos a intentar describir únicamente los aspectos generales y la problemática de las CT en España, excluyendo también únicamente por razones de amplitud la problemática de los grupos de alcohólicos anónimos y rehabilitados, bastante distinta.

Es necesario partir de la base de que las críticas a los modelos de tratamiento y a las CT existentes no dejan de reconocer el papel social positivo que han realizado las más extendidas, cubriendo una demanda social que la inhibición inicial de los poderes públicos dejaba sin respuesta. Sólo ahora, cuando comienza a articularse el dispositivo asistencial público para los drogodependientes, podemos reflexionar sobre el papel que podrían jugar en él las CT sin elucubrar en el vacío. Esta reflexión no obstante va a encontrarse con una carencia importante de datos contrastados y fiables, que permitan la evaluación de la experiencia de funcionamiento de las CT constituidas en los últimos años, faltas casi todas de un seguimiento, propio o ajeno, de su labor.

I. LOS TIPOS DE COMUNIDADES TERAPEUTICAS

Una primera distinción en el heterogéneo universo de las CT en España cabría hacerla entre las que son concebidas como un mero recurso terapéutico, en el marco de un modelo de tratamiento dividido en fases, y en el que el internamiento en la Comunidad es decidido por el equipo profesional y el paciente en función de la conveniencia de esta fase concreta, y, por otro lado, las CT que constituyen por sí mismas el núcleo central, y con frecuencia el único recurso, del modelo del tratamiento que desarrollan. El primer grupo, limitado y minoritario dentro de las CT españolas, está constituido o obstante por la mayoría de las puestas en funcionamiento por los poderes público (DAK, programa DROSS del Ayuntamiento de Barcelona, etcétera) y por alguna proyectada o funcionando de ciertos programas privados (proyecto Hombre). En ellas, los equipos presentes en la CT continúan una labor iniciada en el centro de acogida, efectuada ya la desintoxicación del drogodependiente y el diagnóstico del tratamiento, y que se verá completada, tras un plazo de estancia fijado con cierta precisión, por otras fases posteriores de seguimiento del paciente y reinserción social.

El segundo grupo de comunidades es el más amplio, y englobaría a, por orden de importancia, los centros regidos por ex-toxicómanos (Le Patriarche), los mantenidos por grupos religiosos o por sectas diversas, y los dirigidos por equipos de profesionales. En estas CT se desarrollan todas las fases del tratamiento, desde la desintoxicación, con un uso sólo ocasional de otros recursos. El único criterio de admisión existente será en la práctica la solicitud de ingreso y sus condicionantes (disponibilidad de plazas, capacidad económica, etcétera) y los pacientes llegarán a la CT por su propio pie, instados por familiares, amiga empresas, o a veces recluidos contra su voluntad.

II. El MODELO DE TRATAMIENTO

Esta consideración de que el modelo de tratamiento practicado en la CT es útil y suficiente para cualquier toxicómano, salvo algunas excepciones puntuales, parte en la mayoría de los casos de una aceptación genérica de algunos supuestos, entre los que se encuentran:

- La plena confianza en el poder curativo de la, Comunidad y de su ambiente terapéutico.

- La consideración de la drogodependencia como un problema no médico, con causas sociales o personales (el entorno, el vacío espiritual, etcétera) que puede ser corregido con un cambio de ambiente o de creencias.

- La validez de una filosofía mutualista: "Sólo TU puedes hacerlo, pero NO puedes hacerlo TU SOLO" (Morek).

Estas consideraciones, especialmente aplicables a las comunidades religiosas o de ex-toxicómanos, conducen inevitablemente a algunas conclusiones:

- El grado de éxito del tratamiento estará en función de la identificación del paciente con la cultura del centro, con el modelo comunitario que se le plantea. En una CT religiosa, que plantea la drogodependencia como una consecuencia de la ansiedad que sufren quienes no encuentran sentido a la vida, los pacientes conversos resolverán sin duda el problema de su drogodependencia, en tanto en cuanto acepten sin cuestionar el nuevo esquema de creencias. Una CT basada en un líder carismático actuará con éxito en quienes acepten este liderazgo.

- El tratamiento implica la ruptura radical con el ambiente en que se ha generado la drogodependencia, sustituido por el terapéutico de la CT. El modelo de ruptura absoluta con las drogas, "libre de drogas", implica la abstinencia total, el alojamiento del entorno anterior (ubicación en el medio rural, traslado a una CT alejada del lugar de residencia), aislamiento del mundo exterior (escaso papel de la familia en el tratamiento, pérdida de contactos con otras relaciones), ruptura con la cultura "underground" (eliminación de la jerga, comics, música rock).

III. DETALLES ESPECIFICOS

Con estos rasgos genéricos, la vida en las CT cobra detalles específicos según el sesgo de la misma. Las CT de ex-toxicómanos, por ejemplo, son mucho más numerosas que las restantes en internos. Las religiosas suelen mezclar drogodependientes con miembros de otros grupos marginales, y suelen ser gratuitas. Las profesionales se mantienen gracias a unos honorarios elevados, y las de ex-toxicómanos combinan internos que pagan con otros que no. Las profesionales controlan más el tiempo de estancia, que suele ser más reducido, frente a la estancia por tiempo indefinido que practican los otros grupos. Existen diferencias substanciases sobre la importancia concedida a la presión de grupo y al entorno afectivo, menor en las profesionales.

Todas las CT afirman desarrollar terapias de grupo, si bien bajo este nombre se esconden los lavados de cerebro de las sectas más tenebrosas, los "fuegos de campamento" de Le Patriarche, y las horas de reflexión, oración y meditación de las CT religiosas. La terapia laboral, centrada en actividades creativas en las CT profesionales, se reduce a jornadas laborales bastante agotadoras en las CT gratuitas, que más bien subvienen al mantenimiento de la Comunidad.

La promoción social, la escala social interna, es muy diferente según el tipo de CT. En las dirigidas por profesionales nunca dejará de existir, aunque atenuada, la barrera entre el equipo y el paciente. Barrera que teóricamente no existe en las regidas por ex-toxicómanos y que está asimismo mucho más difuminada en las religiosas. En teoría, en estas dos últimas categorías el interno puede ir progresando hasta que, ya rehabilitado, se convierte en toxicoterapeuta. El régimen disciplinario está en relación con la importancia que se concede a la presión de grupo y a la promoción social. Los sistemas de premios, castigos y expulsiones vigentes en las CT profesionales se dulcifican en las otras categorías, que solucionan los problemas de convivencia con traslados o con actuaciones menos regladas.

IV. ALGUNOS PROBLEMAS

Este enunciado, forzosamente descriptivo y generalizador, no nos aporta demasiada luz sobre el quid de la cuestión: ¿Sirven las CT como recursos válidos en el tratamiento a drogodependientes? Y, admitiendo un sí corno respuesta, ¿sirven los modelos de tratamiento que hacen del papel de las CT el núcleo terapéutico para rehabilitar drogodependientes?

El primer problema a considerar es si puede aplicarse a un grupo heterogéneo, en el que se mezclan abusantes con drogodependientes con problemas psicológicos un mismo tratamiento, sin diagnóstico previo. Por otra parte, la estancia indefinida en concentraciones grandes de personalidades con problemas psicológicos, sin apoyo profesional alguno, no pueden sino generar efectos perniciosos en los residentes, naciendo mecanismos negativos de grupo de difícil solución.

La construcción en la práctica de una "sociedad paralela" en la CT, muy escasamente relacionada con la sociedad exterior, genera problemas graves cuando se abandona la CT. El sujeto vuelve a substituir su entorno ambiental y, las más de las veces, su grado de autonomía personal en la CT ha sido reducido. Carece de pautas de comportamiento válidas para la nueva situación e incluso no es infrecuente que su salida no haya sido traumática, motivada por la ruptura con la Comunidad, con sus dirigentes. El nuevo paso puede ser la antesala de la rehabilitación... o de la recaída.

Estos problemas ya han sido enunciados en algunos estudios realizados sobre centros psiquiátricos antecesores de las actuales CT. Si aceptamos que los conceptos de tratamiento y de rehabilitación son distintos, y que un modelo eficaz debe interrelacionar y evitar conflictos entre ambos, podría afirmarse, y es ésta una invitación a la polémica, que el modelo de tratamiento aplicado en muchas CT de drogodependientes en España no ha logrado integrar las contradicciones entre estos dos conceptos, y dar una solución satisfactoria a las necesidades de habitación social de los drogodependientes.

Notas pertenecientes a Jaime Funes Artiaga.

Notas

(1) Funes Artiaga, Jaime.- Las incógnitas sobre la reinserción del heroinómano. Barcelona. Diciembre, 1983. Documento de Trabajo de la Dirección General de Acción Social.

(2) Funes Artiaga, Jaime; Romani Alfonso, Oriol.- Dejar la Heroína, vivencias, contenidos y circunstancias de los procesos de recuperación. Ed. Cruz Roja Española Monográfica Técnicas En prensa.

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