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Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.

PAPELES DEL PSICÓLOGO
  • Director: Serafín Lemos Giráldez
  • Última difusión: Enero 2024
  • Periodicidad: Enero - Mayo - Septiembre
  • ISSN: 0214 - 7823
  • ISSN Electrónico: 1886-1415
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Papeles del Psicólogo, 1987. Vol. (28-29).




MIS ENCUENTROS CON EL DR. GERMAIN

JESUSA PERTEJO

La pérdida de un ser querido trae consigo tener que hacer el obligado duelo. Es éste un proceso que se instaura en una encrucijada donde se concitan, junto al fantasma de su presencia, el rechazo de la realidad, con un fondo de sentimiento de dolor, donde a veces surgen punzantes sentimientos de culpa. Al final, se llega a aceptar la pérdida si hemos conseguido, en la identificación al objeto añorado, haber asimilado en nosotros alguna de sus características.

La muerte del Dr. Germain me sitúa en la elaboración de su duelo. He comenzado evocando imperecederos recuerdos que se mezclan con cierto desasosiego, cuando en mi exigencia personal, he de rendirle balance sobre si seguí bien el camino iniciado con él y, sobre todo, si no vacilé en seguirlo rectamente, cuando yo misma pasé a ocupar un puesto en la formación de sucesivas promociones de Psicólogos de la generación que siguió a la suya.

Nadie mejor que tú, joven Psicólogo o Psicólogo en formación -lector de estos "Papeles"- para hacerte confidencias de este primer pesar mío y sombríos temores al rendir cuentas al Maestro y a ti.

Paso por alto algunos de los recuerdos que ahora me acosan, que nítida y silenciosamente acuden en tropel a mí, muchos de los cuales se publicaron en ocasión del Homenaje que en 1983 se le tributase. Lo que allí dije le satisfizo, y mucho, pero aquí no tengo extensión suficiente, ni es el caso de repetirlo.

Prefiero informarte de uno de los aspectos que considero vertebrales de su capacidad como docente: su modelo de trabajo. Germain fue un precursor en la forma como debemos enfrentar la psicología ya sea en el área de su exacto conocimiento, su útil aplicación práctica o la vertiente investigadora. Poseía una fina intuición, claridad de juicio y valentía suficiente, junto a su prestigio, por lo que podía seleccionar sabiamente el campo de elección para cubrir las necesidades que en cada lugar y cada momento exige la sociedad a la Psicología.

Dentro del Departamento que dirigía me asignó la Sección de Psicología Clínica. Yo, Psicólogo autodidacta, comencé limitándome a aplicar tesis, principal instrumento de trabajo que tenía a mi alcance en aquel entonces. Pronto, el Dr. Germain acudió en mi ayuda para despejar las dudas sobre su eficacia o mi mala aplicación, valoración e interpretación. Para ello comenzaron a llegar al Departamento, para su estudio psicológico, pacientes con entidades clínicas bien definidas, que le enviaban los mejores internistas de aquélla época (Marañón, Casas, Jiménez Díaz ...) quienes no sólo tenían amistad personal con él, sino que además confiaban en él como Médico y Psicólogo Clínico. El informe que derivaba del estudio de estos pacientes, pasaba a integrar un dossier de seguimiento, que en fecundo feed-back con nuevos informes de los internistas, favorecía la comprensión del paciente por el médico y nos confirmaba o no en las valoraciones psicológicas que hacíamos. Cuando el resultado de los tests discrepaba con el diagnóstico, como ocurrió a veces con el Miokinético de Mira, se lo comunicábamos al propio autor, para que éste nos aclarase las dudas o lo tuviese en cuenta.

Progresivamente se nos planteó la necesidad de adoptar algunos tests, e iniciamos la andadura con el MMPI y el WECHSLER. Siempre he tenido como las mejores reuniones científicas de mi vida, aquéllas que hacíamos con el Dr. Germain en su despacho, en las que también participaba Yela, Siguán y Pinillos, intentando entre todos encontrar la correcta traducción del enunciado o ponderar la valoración de la respuesta. ¡Cuanta sugerencia venía de aquel material psicológico humano, extraído simplemente de las respuestas que nos daban al aplicar las pruebas de Vocabulario, Semejanzas, Información, Razonamiento, Laberintos ...!

Luego tuvimos que cubrir la necesidad de hacer tratamiento, ya que no podíamos conformarnos con detectar situaciones de riesgo o patológicas que posteriormente no eran abordadas preventiva o terapéuticamente. Para ello, se crearon las instalaciones debidas (Cámara de Gesell), y pronto la Sección pasó a ser un hervidero de actividad diaria con terapeutas becarios, incluso venidos de otros países, que encontraban allí acogida, pues las diversas técnicas podían abordarse sin obstrucciones, sin radicalismos. Se cubría la doble necesidad de atender al paciente y aprender del material recogido, en la triple vertiente de conocimiento teórico, práctico e investigación. Pronto fuimos desbordados por un alumnado que reclamaba cursos actualizados, y el propio Siguán, que llevaba la Sección de Psicología Industrial, pasó a impartir cursos de Técnicas Proyectivas.

Si, joven lector, y todo esto pasaba en la década de los años 50 en un Departamento de Psicología Experimental de un Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Un Departamento que también tenía una Sección de Parapsicología.

Luego, atisbamos la necesidad de crear una Escuela de Padres. Fue entonces cuando generosa y desprendidamente el Dr. Germain me facilitó y permitió que me fuese con una beca a países donde había una experiencia en este género de instituciones, con la ilusión de que, a mi regreso, implantásemos en Madrid una tal como las que funcionaban en Ginebra, Laussane o París.

Todo este relato muestra cómo el Dr. Germain sabía cubrir las necesidades que la Sociedad pedía a la Psicología. Ha sido el único Maestro que me ha permitido ser interlocutor suyo y a quien le interesaba que pensásemos, centrándonos en el aquí y ahora de la realidad. No era en balde amigo de Ortega y Gasset y conocía su obra, por la que no nos forzaba a adscribirnos a un marco determinado, ya que su tarea principal era la de desbrozamos el camino, para que lo recorriésemos por nosotros mismos, pero un camino que era el nuestro, para el que estábamos capacitados y el que convenía a las necesidades de la Psicología. Él sabía bien que lo que entonces era importante podía no serio diez o veinte años después, y que "a las respuestas ya contestadas había que seguir colgando preguntas". Conseguía que "hiciésemos nuestro camino al andar", y en coloquio con él se convertía en compañero curioso con deseos de aprender del material que obteníamos en nuestro trabajo.

A veces pienso malintencionadamente y pongo unas gotas de causticidad al decir que, si Germain pudo ser promotor y formador de Psicólogos con tan buen nivel, es porque nunca tuvo que hacer una oposición y pasarse luego el resto de su vida juzgando opositores, peleando con la Administración y gastándose en tareas burocráticas, de haber tenido un puesto oficial en el Estado Español.

Para terminar citaré mis tres últimos encuentras con él. Hace unos diez años me dijo un día: "Creo que sería mejor cerrar los estudios de Psicología en la Universidad, seleccionar los que tienen más capacidad para ser Profesores y enviarles a formar al extranjero. Cuando volviesen, abrir de nuevos estos estudios". Yo, entonces no estaba de acuerdo con él, pues no quería perjudicar a los alumnos que ya habían comenzado estos estudios, y me temía que muchos de los "cerebros" que se enviasen, no volverían.

Otro "encuentro" fue en ocasión de uno de esas espantosos Congresos que surgen por intereses personales a veces, "de cuyo nombre no quiero acordarme", pues ni los organizadores, ni la mayoría de los que intervenían sabían apenas del tema. Yo, cáusticamente, lo llamó el Congreso donde había la ocasión de hacerse una foto con la Reina. En uno de los descansos de los horrores que allí se decían, llevé a Germain junto a Ajuriaguerra y les "añadí" a Yela. Los tres departieron más de media hora, y al final exclamé: "Esto ha sido lo mejor del Congreso". Por supuesto no habían tratado del tema.

El último encuentro con él fue el verano de 1983. Figuraba como Invitado de Honor al 33 Congreso Internacional de Psicoanálisis que se celebraba en Madrid. Estábamos en una recepción que se daba a los Congresistas en el Hotel Palace. Mercedes Valcárcel y yo le presentamos autoridades del Congreso y con ellos disertó fluidamente, lleno de ingenio, mostrando que conocía el tema, interesándose por todo -una vez más-, enseñando y aprendiendo. Físicamente ya entonces su cuerpo estaba envejecido, pero seguía mostrando su calidad de Médico, de Psicólogo y de Maestro. Un maestro que nos ha dejado un modelo que debemos seguir.

Una vez publicada la revista, el texto integro de todos los artículos se encuentra disponible en
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