Papeles del Psicólogo, 1999. Vol. (74).

MANUELA MATELLANES MATELLANES

En principio tanto el tipo de informe, como los contenidos del mismo deberían ser los mismos que para el resto de pacientes, si bien la diferencia estriba, por un lado por la frecuencia con que estos pacientes puedan manipular los informes, así como la complejidad y delicadeza de los contenidos expuestos en los mismos.

Una de las cuestiones básicamente diferentes respecto a otros pacientes es la enorme variedad de quienes solicitan el informe:

Por un lado en múltiples ocasiones son requeridos por el propio drogodependiente, para diferentes usos. Por otro las instituciones, Magistrados, Jueces de Vigilancia Penitenciaria, Servicios Sanitarios, Servicios Sociales, Comisión de Tutela, etc., o por otra parte particulares interesados: pareja, abogados, etc.

En cualquier caso, entendemos que siempre debe haber constancia de a quien va dirigido el informe, así como contar con la autorización escrita del drogodependiente para entregarlo o enviarlo a terceras personas, salvo oficio judicial.

Respecto a los contenidos entendemos que como mínimo ha de constar de los siguientes apartados:

• Datos de identificación.

• Diagnóstico (incluyendo no sólo la información respecto al tipo de drogodependencia que la persona presenta, sino también todos los trastornos asociados relevantes)

• Tipo de tratamiento elegido, así como características principales del mismo.

• Evolución: tanto durante el proceso de evaluación o diagnóstico, como del tratamiento, si se ha iniciado.

• Pronóstico; orientado fundamentalmente a quien va dirigido el informe. (Ej.: necesidad de baja laboral para una desintoxicación, repercusiones negativas de una pérdida de libertad, etc.)

En todos los casos debe buscarse que sea comprensible y útil para quien lo recibe, así como evitar juicios de valor, referencias del propio paciente, tecnicismos o afirmaciones sobre causalidad en hechos delictivos, cuestión planteada con alguna frecuencia por abogados. Asimismo entendemos deben limitarse los datos confidenciales del sujeto, salvo que éstos sean necesarios para quien recibe el informe (VIH, Hepatitis, Tuberculosis, ingresos hospitalarios o psiquiátricos previos, antecedentes familiares, etc.).

Otra de las peculiaridades de los informes de drogodependientes es que éstos en múltiples ocasiones se realizan en equipo lo que obliga a una síntesis de la intervención de varios profesionales que suele recogerse en un informe común.

Respecto a las cuestiones éticas nos vamos a encontrar en la intervención con drogodependientes diferentes situaciones en que nos veremos obligados a emitir informes, algunas de estas situaciones las citamos a continuación:

• Conocimiento de la Comisión de delitos.

• Daños a terceros (especialmente aquéllos en los que hay malos tratos o desprotección en menores o pareja).

• Daños a la Salud Pública (transmisión de VIH, hepatitis, tuberculosis, etc.)

• Financiación del consumo a través de fondos públicos (paro, IMI, etc.)

Por último y en relación a la enorme cantidad de informes que se generan en la intervención con drogodependientes debería fomentarse el ejercicio de los derechos de los pacientes a la destrucción de los datos, pasado un tiempo, dada la enorme cantidad de datos acumulados en diferentes servicios, así como los perjuicios sociales existentes ante este tipo de problemas.

A continuación proponemos una posible estructura de informe, cuyo lenguaje debería adaptarse, dependiendo de quien lo recibe:

• Datos personales del sujeto y del evaluador.

• Motivo de la evaluación y objetivos planteados.

• Datos biográficos relevantes (situación familiar y social, tanto en relación a la dependencia, como a cualquier otra cuestión)

• Técnicas y procedimiento.

• Conducta durante la exploración.

• Integración de resultados

• Tipo del drogodependiente

• Características de personalidad.

• Condiciones ambientales.

• Condiciones biológicas.

• Orientación u objetivos de intervención.

• Valoración de las intervenciones.

• Conclusiones y recomendaciones.