Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 2000. Vol. (76).
Mercedes Belinchón
Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Madrid
Los estudiantes y profesionales de psicología de habla hispana estamos de luto. El pasado 12 de Abril una hemorragia cerebral brutal e inesperada acalló para siempre la voz y la conciencia de Angel Rivière Gómez, catedrático de Psicología Cognitiva de la UAM, a los 50 años de edad. Con su muerte, hemos perdido el magisterio esforzado y cálido de uno de los psicólogos teóricos más brillantes de nuestro entorno. También, hemos perdido el consejo profesional experto y a la vez sensible de un especialista en autismo de reconocido prestigio internacional, que desarrolló una incesante labor asistencial y docente, y que transformó radicalmente el conocimiento que los profesionales españoles y la sociedad en su conjunto han tenido en las últimas dos décadas sobre las características, las necesidades y las terapias más eficaces de las personas afectadas por trastornos severos del desarrollo.
Angel Rivière había nacido en Madrid el 16 de Junio de 1949 en el seno de una familia vocacionalmente dedicada a la docencia, el pensamiento y el arte. Licenciado en Filosofía y Letras en 1971 por la Universidad Complutense de Madrid, formaba parte de la primera promoción de la Sección de Psicología de esta Universidad. Desde el curso 1971/72 fue profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, donde obtuvo una cátedra en Psicología Cognitiva en 1990. Entre 1974 y 1977, impartió también, como profesor contratado, clases de Historia de la Psicología en la Universidad Complutense de Madrid. Desde 1978, fecha de su fundación, ha sido asesor técnico de la Asociación de Padres de Niños Autistas (APNA). También desde su creación, en los años 1978 y 79, formó parte activa del grupo Infancia y Aprendizaje y dirigió la revista Estudios de Psicología, que aportó un cauce original y estimulante a la difusión de las investigaciones psicológicas en lengua española. Durante los cursos 1985-1987, fue coordinador de los estudios de "Especialización en Perturbaciones de la Audición y del Lenguaje (Logopedia)" de la UAM. Entre 1987 y 1989, fue director del Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE), y representante español en el Comité de Educación de la OCDE. Antes y después de estos cargos, ocupó diversos puestos de responsabilidad en la Facultad de Psicología de la UAM (donde fue Vicedecano de investigación y Director del Dpto. de Psicología Básica), y en la Sociedad Española de Psicología (de la que fue Vicepresidente). En los últimos años, visitó con regularidad en calidad de profesor invitado distintas universidades latinoamericanas como las de Buenos Aires, Comahue, San Luis, Católica de Chile, UNAM de Méjico o Morelos (Cuernavaca, Méjico), y, como asesor de la Federación Española de Padres de Autistas (FESPAU), contribuyó activamente a la organización de servicios y la formación de terapeutas especializados en la atención a personas con autismo en distintos estados americanos.
Docente e investigador vocacional e infatigable, el curriculum académico de Angel Rivière contiene un número asombroso de publicaciones, conferencias, trabajos de investigación y dirección de tesis doctorales, cuya simple enumeración no hace justicia a la profunda influencia que su obra y su actividad han tenido tanto en los ámbitos académicos como en los profesionales. Autor de una de las prosas más fluidas y bellas de nuestro panorama científico y comunicador excepcional, hizo de su peripecia vital una exhibición continua de la utilidad social de la ciencia y de la excepcionalidad de los científicos comprometidos y capaces, no sólo de pensar, sino también de hacer pensar. Su quehacer diario, que revelaba una inquietud intelectual y una erudición realmente prodigiosas, constituyó por sí mismo un ejemplo continuo de su genialidad creativa y una demostración permanente de la importancia que concedía a la palabra y la racionalidad como base del progreso científico y social, la mejora de las instituciones, y la lucha por la dignificación de la actividad académica y profesional en su conjunto.
La encrucijada personal en que permanentemente vivió Angel Rivière, que le llevó a simultanear hasta el agotamiento sus tareas docentes, investigadoras y asistenciales, sirvió de transfondo y en cierto modo de determinante de su evolución intelectual. Fue, durante toda su vida, un psicólogo cognitivo convencido, obsesionado por el sentido profundo de las cosas, y permanentemente interesado en la reconstrucción genética de las teorías, las acciones y las capacidades psicológicas. En sus estudios en paralelo de la psicología infantil y la psicología adulta, hizo acopio de un caudal abrumador de información y conocimientos que sabía sintetizar con naturalidad y perspicacia inigualables en clases, conferencias y publicaciones.
Buen conocedor de la historia de la filosofía, y alumno aventajado de maestros como Alfredo Deaño y Juan Delval, los primeros trabajos de investigación de Angel Rivière, al igual que su tesis doctoral (publicada en 1986 con el título de Razonamiento y Representación -Ed. Siglo XXI), versaron sobre los procesos de razonamiento deductivo y tuvieron una marcada orientación piagetiana y logicista. Sin embargo, desde finales de los años 70, su acercamiento a las obras de los psicólogos soviéticos de la escuela vigotskyana (favorecido por su incorporación al grupo Infancia y Aprendizaje), y su contacto directo con el mundo del autismo (que le llevó a un conocimiento cada vez más profundo de las devastadoras consecuencias que este trastorno produce sobre las habilidades cognitivas, sociales y comunicativas de las personas que lo sufren) provocaron un giro profundo en su conceptualización teórica de la naturaleza y orígenes de las funciones cognitivas y lingüísticas, y de los fundamentos epistemológicos y metodológicos de la propia Psicología como ciencia.
A lo largo de las últimas dos décadas, Angel Rivière desarrolló una obra teórica original y compacta, asombrosamente madura y sutil. En ella, se pueden destacar, sin pretensión alguna de exhaustividad, tres grupos distintos de aportaciones. En primer lugar, sus aportaciones al estudio del desarrollo de la función simbólica de los niños normales y con trastornos del desarrollo, que le convirtieron en un defensor brillante y apasionado del denominado interaccionismo simbólico, y que le permitieron difundir en numerosos artículos y capítulos de libros una visión del desarrollo cognitivo y social que ha estimulado el diseño profesional de numerosas e innovadoras propuestas de intervención educativa. En segundo lugar, sus aportaciones a la definición del objeto y métodos de la moderna Psicología cognitiva (magistralmente expuestos en sus libros El sujeto de la Psicología cognitiva -Madrid: Alianza, 1987-, y Objetos con mente -Madrid: Alianza, 1991), que le llevaron a reivindicar la prioridad del sujeto "consciente e interactuante" como meta última de las investigaciones psicológicas. En tercer, pero no en último lugar por su importancia, sus aportaciones al estudio del lenguaje, en el que destacó su interés por los componentes pragmáticos e intencionales de la actividad lingüística, su conocimiento profundo de la interconexión de las funciones representacionales y comunicativas del lenguaje, y su preocupación por la relevancia comunicativa de los actos lingüísticos (expuestos parcialmente en el libro Psicología del lenguaje. Investigación y Teoría -Madrid: Ed. Trotta, 1992- del que fue coautor junto con J.M. Igoa y M. Belinchón).
Desde mediados de los años 80, conceptos como el de "intersubjetividad", "metarrepresentación" y "teoría de la mente" permitieron a Rivière articular una propuesta conceptual integradora sobre el funcionamiento cognitivo humano, atractiva y bien fundamentada, que ha tenido desde entonces un impacto considerable en el vocabulario científico y la práctica profesional de numerosos psicólogos y educadores (como ejemplo, su libro La mirada mental, escrito en colaboración con M. Núñez y publicado en Buenos Aires -Ed. Aiké, 1996). Su interés por incorporar las intenciones y creencias al ámbito de las explicaciones científicas de las acciones e interacciones humanas, y su habilidad para enriquecer las teorías cognitivas de corte computacional con los datos procedentes del estudio ontogenético de las habilidades afectivas y sociales, le llevaron a desarrollar en estos años una mirada muy personal acerca de la mente humana, una mirada profunda y comprensiva, atenta siempre a los matices, que se correspondía bien con su peculiar manera de ser y relacionarse con el mundo: extremadamente afable y empático con los otros, pero cargado siempre de dudas, interrogantes e hipótesis sobre el por qué de las conductas y los hechos.
En los últimos años, y al tiempo que desarrollaba junto a sus colaboradoras un ambicioso programa de investigación sobre los precursores, fundamentos y alteraciones de la "teoría de la mente", Angel Rivière comenzó a interesarse por los componentes más ejecutivos de la actividad mental (responsables, como ya señalara Luria, de la planificación, supervisión y control de la acción), los procesos implicados en el lenguaje y el pensamiento metafóricos, y los procesos cognitivos que permiten dar sentido o "coherencia central" a la experiencia y la actividad de las personas (por usar el término acuñado por Uta Frith). El mismo Angel Rivière que con su dedicación apasionada a la investigación y la docencia resultaba conmovedoramente incapaz de poner límites a su agenda y reservarse el tiempo y los cuidados que su precaria salud demandaba supo integrar también todos estos elementos en sus últimos trabajos sobre autismo (El tratamiento del autismo: Nuevas perspectivas y El niño pequeño autista -editados en colaboración con J. Martos por la Asociación de Padres de Niños Autistas, en 1997 y 2000, respectivamente), legando así a los profesionales y estudiosos del desarrollo normal y no normal una colección de escritos de extraordinario valor teórico y práctico que condensan, de un modo que ahora se nos antoja dramáticamente anticipatorio, los conocimientos, experiencias y reflexiones acumulados durante sus últimos 25 años.
Angel Rivière ha muerto de un modo trágico y prematuro, dejando interrumpidos proyectos e ilusiones compartidas. Además del vacío dolorido que su ausencia provoca en sus familiares, amigos, colegas y alumnos, nos queda el recuerdo emocionado de sus gestos y el tesoro irrepetible de su obra. Quienes tuvimos el privilegio de compartir su tiempo y su afecto podemos refugiarnos en el eco escrito de su voz y proteger así, de las sombras del olvido, la memoria de este psicólogo excepcional, maestro y amigo entrañable.