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PAPELES DEL PSICÓLOGO
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Papeles del Psicólogo, 1993. Vol. (57).




LA INTERVENCIÓN EN PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES DESDE LA PERSPECTIVA DE LA PSICOLOGÍA DE LA SEGURIDAD LABORAL

JOSÉ LUIS MELIÁ. MARÍA TERESA ARNEDO Y JORGE JAVIER RICARTE.

Línea de Investigación de Seguridad Laboral Av. Blasco Ibañez,
21.
4
6010 Valencia. Universitat de Valencia

1. Introducción

La Psicología de la Seguridad Laboral se constituye en nuestro país como un ámbito incipiente de investigación y práctica profesional, a pesar de que esta especialidad a nivel internacional es tan antigua como la misma Psicología.

Desde una perspectiva profesional el campo de la Seguridad Laboral aparece como un ámbito de trabajo atractivo y enriquecedor. Un campo en expansión al que la Psicología ha de dedicar todavía recursos en términos de investigación,, formación e innovación profesional.

Desde el punto de vista de la investigación aplicada y el ejercicio profesional, el trabajo del psicólogo en seguridad debe dirigirse, principalmente, a la reducción de las pérdidas humanas en términos de lesiones y muertes, a la reducción de pérdidas materiales, a la disminución del absentismo laboral, y a la mejora de las condiciones de trabajo, bienestar y salud física y psíquica de las personas en su trabajo.

Desde el punto de vista de la investigación básica, el contexto del accidente produce condiciones y muestras de conducta humana de alto interés para la investigación científica en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones. Desde la perspectiva de la investigación metodológica el campo está lleno de interés por las dificultades y complejidades que le son características.

La incorporación de la Psicología de la Seguridad a la prevención no sólo aporta la apertura de un nuevo ámbito profesional. Sobre todo supone un nuevo enfoque de la cuestión. Un enfoque en el que los efectos de la conducta humana sobre los accidentes se constituyen como un ámbito de trabajo técnico específico. La tecnología de la conducta y de la intervención a nivel organizacional, desarrolladas a través de varias décadas de investigación psicológica es una herramienta potente, si bien no infalible, cuya aplicación a la práctica profesional de la Seguridad y Salud en el trabajo ha de introducir nuevos procedimientos de evaluación e intervención y un cambio de énfasis en algunos puntos principales.

El propósito de este trabajo es el de analizar los diferentes modelos de intervención que pueden ser utilizados para la Prevención de Riesgos Laborales a nivel organizacional, incluyendo algunas sugerencias y reflexiones acerca de las contribuciones que la Psicología de la Seguridad Laboral hace y puede hacer a este tema. Estas aportaciones se proponen a la luz de las investigaciones que han sido llevadas a cabo en este campo.

2. Modelos de Intervención en Prevención de Riesgos Laborales

En este apartado se analizan tres grandes aproximaciones que se constituyen como marcos o enfoques desde los que elaborar y poner en marcha programas de intervención en Seguridad Laboral. Se evalúan los mecanismos de intervención tradicionalmente utilizados por la Administración, que se derivan de la legislación vigente en Seguridad Laboral y aquéllos que se desprenden de la lectura del Anteproyecto de Ley de Prevención de Riesgos Laborales, que fue presentado en la anterior legislatura. Por último, desde la Psicología de Seguridad Laboral se propone un modelo de intervención que surge como fruto de la investigación más reciente.

Puede decirse que en la evolución de los modelos de enfoque de la cuestión de la seguridad y salud laboral existen tres grandes estadios o aproximaciones. El primero es el enfoque reparador. Consiste en centrarse sobre los efectos del accidente o la insalubridad laboral tratando de paliarlos y compensarlos. Se caracteriza por enfocar el problema hacía los medios de salud que se pueden ofrecer al trabajador expuesto a riesgo. Los profesionales de la salud y particularmente los médicos de empresa son el colectivo más directamente implicado en estas tareas. Las instituciones dedicadas a la salud velan por satisfacer las necesidades generadas a partir de los accidentes y enfermedades profesionales. Institucionalmente, las mutuas patronales de accidentes de trabajo ocupan aquí un lugar central, junto con los servicios médicos de empresa allí donde éstos existen. Este es probablemente el enfoque de más antiguo reconocimiento social, aunque bien pronto fue seguido por el enfoque preventivo.

El segundo es el enfoque preventivo, orientado a poner las condiciones físicas para evitar los accidentes y la pérdida de salud. Se caracteriza por poner el énfasis en las condiciones seguras que minimicen riesgos, en el desarrollo de equipos y sistemas de protección y por proponer la facilitación de la información y formación en seguridad adecuados. Este es el ámbito profesional de un buen número de técnicos especialistas en las diferentes ramas de la industria, entre los que cabe destacar el papel central de los ingenieros, implicados en el diseño de los centros de trabajo, los procesos de trabajo, las máquinas, las herramientas y los productos. Este enfoque resuelve las exigencias ineludibles que ha de presentar un contexto laboral para ser aceptable y, en la medida lo posible, confortable para quienes han de vivir en él. Pero es esencial reconocer que nunca es completamente posible diseñar un ambiente de trabajo donde no pueda haber accidentes. En la mayoría de los contextos productivos la probabilidad de accidente no puede ser nunca reducida a cero mediante acciones de ingeniería, aunque es ineludible realizar, sostener y vigilar para que las condiciones físicas del trabajo estén, al menos, en márgenes aceptables para la salud.

El tercer enfoque, que proponemos, es el interventivo. Este enfoque no se conforma con poner en marcha las medidas de prevención de condiciones físicas, ni con ofrecer la formación e información necesarias. Más allá de esto queda caracterizado por la búsqueda, elaboración y puesta a prueba de los mejores métodos de intervención que garanticen efectos reales sobre la seguridad. En definitiva, es un modelo centrado en el «factor humano», considerando los factores organizacionales y también los riesgos físicos, e implicando la responsabilidad de contrastar los procedimientos necesarios para alcanzar objetivos bien definidos.

Es bien conocido que según todas las estimaciones -y nuestros propios proyectos de intervención en seguridad laboral en diversas empresas así lo confirman- de un 70 a un 90 por 100 de los accidentes se deben a causas humanas más que a causas mecánicas. Sin embargo, está afirmación no es un juicio de responsabilidad en el sentido de que los trabajadores, su voluntad, su negligencia o su conducta individual es responsable de ese porcentaje de accidentes. Nuestra tesis es que los accidentes son conducta organizacional. Una conducta organizacional que, como tal, está organizacionalmente guiada. En este sentido, las organizaciones producen los accidentes. Los accidentes son una consecuencia del sistema organizacional en diversos sentidos muy concretos. Las organizaciones ponen las condiciones físicas que permiten, sostienen, favorecen o impiden los accidentes. Las organizaciones proveen los procesos de trabajo y las relaciones laborales que generan, aceleran o deceleran la aparición de accidentes. Las organizaciones orientan, ignoran, reducen o estimulan, inducen y controlan los segmentos de conducta organizacional que construyen los accidentes como un producto social indeseado. En la medida en que los accidentes son conducta organizacional y un producto residual no deseado de la estructura y proceso de las organizaciones, no puede enfocarse adecuadamente su prevención sin considerar el papel de un nuevo especialista, el psicólogo de la seguridad laboral. El modelo interventivo exige la aportación de este nuevo especialista, orientado a implementar los mejores métodos de intervención específicos para mejorar la seguridad en el trabajo que ya están disponibles y a valorar sus propias intervenciones en términos cualitativos y cuantitativos. La seguridad es un campo multidisciplinar. No puede negarse el lugar -esencial- de los médicos de empresa. No se puede negar el papel -esencial- del ingeniero y otros técnicos (químicos, biólogos ... ) en la eliminación del riesgo basal. No se puede negar el papel -también esencial- del psicólogo de la seguridad. Las personas, lo que hacen o dejan de hacer es la clave más compleja y desafiante de la prevención de accidentes y enfermedades profesionales.

La perspectiva tradicional de la actuación de la Administración en Seguridad e Higiene, puede caracterizarse como normativa-punitiva. Esta acción se ha caracterizado por legislar, establecer las normas a cumplir y, eventualmente por iniciativa propia o a petición, vigilar y en su caso sancionar. De modo ocasional, casi anecdótico comparado con el volumen del mercado laboral, y aún valorando el esfuerzo realizado por las Administraciones en este sentido, se ha contribuido a la formación e información con acciones de alcance bien delimitado.

Este esquema normativo-punitivo es un mecanismo de acción sobre el comportamiento individual y social de individuos y colectivos de consecuencias bien estudiadas en Psicología. Primero, la generación de normas e instrucciones nunca y en ningún contexto es suficiente para que éstas se conviertan en conducta, en realizaciones reales. La Administración no podrá acallar la conciencia propia y la de los ciudadanos proveyendo un nuevo marco normativo. Ni siquiera cuando esas reglas del juego son debidamente informadas y formadas a los interesados -condición de dudoso cumplimiento general-. Segundo, los mecanismos de control de conducta punitivos exigen altos costes de vigilancia. Si la vigilancia no es exhaustiva y permanente, condición de naturaleza incumplible en el problema que nos ocupa, el mecanismo, no funciona adecuadamente y produce fuertes consecuencias disfuncionales. Además aparecerán disfunciones organizacionales bien conocidas en los mecanismos de vigilancia, como la lenidad de la supervisión, la burocratización, la omisión de los fines, etc. que introducirán nuevos problemas importantes a corregir. Tercero, aún cuando los mecanismos de vigilancia fueran suficientes y bien diseñados -lo que está muy lejos de la realidad aún valorando positivamente el esfuerzo de personas e instituciones- un esquema punitivo trae necesariamente consecuencias adversas importantes, personales, organizacionales y sociales. La conclusión es clara: los mecanismos normativos-punitivos en los que esencialmente se basa la acción de la Administración no sólo son fuertemente insuficientes, además requieren un análisis organizacional y un diseño cuidadoso. Los mecanismos estructurales por los que se atienden los accidentes y su consideración administrativa pueden considerarse un factor causal bien definido que sustenta la aparición de accidentes y enfermedades profesionales. El enfoque de la cuestión requiere una revisión estructural y funcional que evite que los mecanismos institucionales actúen de hecho como sostén de las tasas de accidentes, Pero la Administración, ocupada en salvar la problemática presente día a día, parece lejos de una reflexión serena y crítica sobre la comprometida situación de la seguridad en nuestro tejido industrial.

El anteproyecto de ley negociado a finales de la anterior legislatura con los agentes sociales y presentado como una adaptación moderna y avanzada a los requerimientos europeos, recoge el viejo enfoque reparador, atina a estimar el ya clásico enfoque preventivo y presenta alguna pincelada poco decidida en el sentido del enfoque interventivo, sin que todavía quede claro que hay una apuesta real de la Administración por desarrollar y fomentar los mejores métodos para implementar la seguridad. Algunos conceptos de aquel anteproyecto de ley, como la mención de la conducta humana exclusivamente para diseñar un ambiente que evite la conducta de riesgo, implica que el legislador desconoce que en la mayoría de los contextos de riesgo no puede diseñarse un ambiente físico que evite completamente los accidentes y, más importante todavía, que existen métodos y medios eficaces para intervenir sobre la conducta humana en seguridad. Esta omisión es dramática si se tiene en cuenta que, como decíamos, existe consenso acerca de que al menos un 70 a 90 por 100 de accidentes son debidos directamente a conducta insegura.

La pregunta es ¿podría existir un nuevo modelo de acción de la Administración en materia de Seguridad, Higiene y Salud? Nosotros creemos que sí es posible. Existen otros modelos de acción que han mostrado efectos sustanciales donde se han puesto a prueba. Un nuevo diseño de acción de carácter activo-interventivo está por realizar, por evaluar y por instrumentar. Este nuevo modelo de intervención implicaría la utilización de mecanismos psicológicos, incluidos el refuerzo social, la retroalimentación, y el fomento de la competencia entre grupos, entre otros. Mecanismos que fomentarían que todos los miembros de la organización se convirtiesen en elementos activos en las labores de prevención. La contrastación empírica del adecuado funcionamiento de las medidas interventivas implicadas permitiría afirmar la validez de esas herramientas.

El énfasis puesto en la prevención, en la responsabilidad de los empresarios y en la participación de los trabajadores es un enfoque positivo de la cuestión que contrasta fuertemente con una realidad social y económica en la que la seguridad está relegada a niveles que no corresponden al de un país occidental avanzado. Un tejido empresarial con una elevada proporción de mano de obra en pequeñas y medianas empresas, con fuertes necesidades de readaptación a las nuevas condiciones del mercado y sin una cultura de seguridad, no es el contexto idóneo para esperar inversiones en seguridad. Bajo estas condiciones salvo que se disponga de fuertes medios reales, revisando, profundamente el tratamiento administrativo de los accidentes y sus consecuencias, e instaurando un principio real de responsabilidad empresarial en lo social y en lo económico, puede esperarse que las propuestas y acciones de la Administración sean reducidas a una expresión formal, burocrática e ineficaz, con una aplicación y supervisión de las normativas pronunciadamente laxa (para muchas industrias y sectores esta expresión es un eufemismo).

Pero la intervención sobre las empresas y los trabajadores no es el único ámbito de actuación relevante. Todo ello debería ir acompañado de un programa que fomentara la concienciación con respecto a la Seguridad Laboral a nivel social. Es necesario un cambio en la mentalidad colectiva que apele a la responsabilidad individual, factor en el que los aspectos formativos e informativos en seguridad juegan un papel esencial.

3. La intervención del psicólogo en la prevención de riesgos laborales

Si bien en España no existe una formación específica y sistemática en esta especialidad, ante la perspectiva de un campo profesional que habrá de crecer, comienzan a generarse nuevas posibilidades. La formación de psicólogos especialistas en Seguridad Laboral aparece fuertemente ligada a la investigación internacional, fundamentalmente en cuanto a métodos, procedimientos y resultados. Aunque el lugar de los psicólogos está por definir, su incorporación ha sido y seguirá siendo paulatina en tareas de salud mental, formación, y prevención. En este apartado se analizan las funciones y tareas del psicólogo en materia de seguridad, higiene y salud en el trabajo.

Desde una perspectiva tradicional de ingeniería, la seguridad se considera tan independiente de la conducta humana como sea posible. Sin embargo, se sabe y es reconocido públicamente una y otra vez por ingenieros de prevención, inspectores de trabajo, empresarios, sindicatos, etc. que los aspectos humanos de la seguridad son fundamentales a la hora de elaborar y poner en marcha programas de intervención, de formar al personal de la empresa, de ordenar la acción preventiva de la Administración, etc. No es suficiente crear condiciones seguras y formar al personal especializado en aspectos puramente técnicos y de ingeniería, es imprescindible la intervención de psicólogos especializados en métodos de seguridad y salud laboral que permita tener en cuenta todos los aspectos organizacionales, actitudinales y conductuales de la seguridad en el trabajo.

Del análisis anterior se desprende la necesidad de considerar las aportaciones que el psicólogo de la seguridad puede hacer.

Selección y clasificación de personal. Esta es una de las facetas más reconocidas del psicólogo en la empresa. Una correcta planificación del personal de acuerdo con sus características particulares, es fundamental para el buen funcionamiento de la organización. Desde el punto de vista de la seguridad y salud en el trabajo, esta tarea debe tener en cuenta la asignación de los puestos de trabajo en función de las características individuales del trabajador, de forma que esta asignación genere unas condiciones de trabajo favorables e incremento la seguridad y la salud. La práctica profesional debería incorporar también esta faceta de la cuestión en los puestos de trabajo en que sea relevante.

Ergonomía. Las características del trabajador han de tenerse en cuenta a la hora de diseñar el lugar de trabajo y la maquinaria que el empleado debe utilizar. Se han de considerar las condiciones ambientales y la organización del trabajo en la realización de su tarea. En lo que se refiere a la seguridad y salud en el trabajo, la ergonomía ha de orientarse a la planificación y organización de las condiciones de trabajo, de forma que faciliten la generación de un clima favorable hacia la seguridad en el trabajo. No toda la seguridad y salud es ergonomía, pero ésta desempeña un papel importante donde los conocimientos sobre dimensiones físicas, psicológicas y psicosociales del trabajador han de guiar buena parte del trabajo.

Formación e información. Pretende mejorar las habilidades, conocimientos y actitudes de los trabajadores. La formación cumple un papel esencial, reconocido tradicionalmente, en la seguridad y la salud en el trabajo, debe dirigirse a la potenciación de aquellas aptitudes que mejoren el desempeño de la tarea específica del trabajador, así como a la generación de una actitud positiva del trabajador hacia la seguridad en su trabajo. La mayoría de los programas de intervención en seguridad requieren información y formación como un elemento importante. Sin embargo, por si sola la formación y la información se han mostrado insuficientes y hasta inadecuadas para mejorar la seguridad. Los técnicos en seguridad deberían recordar que la información y formación es condición necesaria pero nunca suficiente.

Investigación. En el campo de la seguridad, la investigación se dirige fundamentalmente a delimitar aquellos factores psicosociales y organizacionales que están implicados en la seguridad laboral para lo cual ha de desarrollar instrumentos de diagnóstico eficaces y poner a prueba programas y métodos de intervención que incrementen la salud y seguridad en el trabajo. Existe un conjunto de desarrollos metodológicos, de métodos de intervención, evaluación, diseños, valoración de programas, etc. específicos e idóneos para la investigación en seguridad, higiene y salud en el lugar de trabajo, lo que contribuye a particularizar especialmente el campo y sus procedimientos científicos y profesionales. Existe un cuerpo de métodos contrastados de trabajo en evaluación e intervención en seguridad, pero es necesaria una intensa investigación para su perfeccionamiento, adaptación e innovación. En nuestro país esta investigación es prácticamente testimonial y el soporte desde organismos públicos y privados ocasional.

Evaluación. La evaluación, en este contexto, se dirige al diagnóstico de múltiples aspectos de la organización. En seguridad, la evaluación debe ser llevada a cabo mediante la creación de instrumentos diagnósticos válidos y fiables que permitan generar hipótesis y examinar variables para abordar el estudio y el control del fenómeno. Se ha desarrollado un notable esfuerzo en la investigación internacional -y también en nuestra línea de investigación- en este sentido. Existe también aquí un conjunto de aproximaciones, instrumentos y tratamientos idóneos para el campo específico de la seguridad laboral.

Intervención. Una parte de los programas de intervención en seguridad pueden clasificarse en diversos grupos: los basados en castigo, coste de respuesta y elementos punitivos en general, los programas de información-formación y basados en mensajes amenazadores sobre los riesgos, daños y consecuencias de los mismos, los programas basados en modelamiento y técnicas asociadas y por último los programas de refuerzo-feedback. Otros grupos importantes de programas de intervención se basan en diseño y rediseño organizacional, fijación de metas y técnicas asociadas, técnicas de dirección y supervisión, círculos de «seguridad», estrategias de participación y colaboración, etc. Existen además modelos específicos, desarrollados expresamente para la seguridad laboral. La intervención es el elemento esencial de una contribución profesional del psicólogo relevante al campo de la seguridad.

Valoración de programas. La evaluación de programas es el conjunto de actividades dirigidas a determinar el mérito o valor de los programas, su capacidad para obtener los objetivos propuestos. A diferencia de otros ámbitos, en el de la seguridad se dispone también de indicadores duros, tales como el número de bajas por accidentes o por enfermedad laboral, el gasto económico por compensaciones, etc. que permiten una clara cuantificación de la eficacia del programa empleado. junto a los indicadores duros existen también otros específicos psicosociales. El desarrollo de indicadores adecuados es por sí un campo de trabajo apasionante y complejo.

4. Investigación y práctica profesional en Psicología de la Seguridad Laboral

Los ámbitos de actuación del psicólogo de la Seguridad Laboral en materia de prevención quedan definidos y sistematizados a través de la investigación a nivel nacional e internacional sobre el tema. La investigación en este campo es, por tanto, un punto clave de cara a la formación de psicólogos especialistas en seguridad y salud. A nivel nacional, se está comenzando a crear una tradición de investigación en este campo, si bien se echa de menos un apoyo oficial más decidido, sistemático y continuado. A nivel internacional, existe una larga tradición de investigación en este ámbito que ha generado importantes conclusiones que deben guiar la actuación del psicólogo en su labor de intervención, y prevención.

Durante las últimas décadas se ha desarrollado una intensa labor de investigación a un nivel internacional en el campo de la Psicología de la Seguridad Laboral. Esta investigación puede clasificarse en cuatro grandes apartados: estudios teóricos, estudios correlacionales, estudios descriptivos y estudios de intervención, siendo estos últimos los más relevantes para un enfoque profesional.

Existe una abrumadora evidencia en esa investigación internacional acerca de las posibilidades de evaluación e intervención profesional de los psicólogos especializados en seguridad laboral en la reducción de los accidentes laborales y enfermedades profesionales, mejora de las condiciones de protección e incremento de la salud laboral.

En nuestro país existe una cierta tradición de trabajo profesional en prevención desde la administración, algunas empresas y algunas mutuas de accidentes laborales. Cumplen aquí un papel fundamental que nunca debe despreciarse la perspectiva de la ingeniería y la perspectiva médica. Las labores de ingeniería se centran en materia de prevención de riesgos, mientras que la perspectiva médica se orienta hacia el diagnóstico y tratamiento de enfermedades profesionales y consecuencias de los accidentes. Sin embargo, ninguna de estas perspectivas por sí sola puede abarcar el campo de la prevención y desde luego ninguna de ellas está orientada hacia una intervención activa en seguridad y salud que incida sobre los comportamientos inseguros del personal, que es justo el lugar de la Psicología.

Hasta fechas recientes los trabajos de investigación sobre seguridad laboral desde la perspectiva de la Psicología en nuestro país han sido escasos, aislados y asistemáticos, con una fuerte desconexión de la investigación internacional europea y americana.

A nivel nacional uno de los trabajos iniciales relevantes es la tesis doctoral de Francisco Linaza Artiñano (1978), Causas psicosociales del accidente de trabajo, que tiene como finalidad «el estudio e investigación en el mundo del trabajo de las causas de la pluriaccidentabilidad». Este trabajo se centra en las características individuales del sujeto y aunque hay una enumeración de un amplio conjunto de variables que afectan a la conducta del trabajador, no hay una determinación del peso específico de cada una de esas variables a la hora de explicar el accidente. Este trabajo abre camino en el ámbito de la seguridad y salud en el trabajo, en un momento en el que la investigación nacional en este campo era prácticamente inexistente y hace un esfuerzo de análisis de una muestra de accidentados.

Ejemplos de investigación y experiencias puntuales de diversa entidad pueden encontrarse en varios congresos. Así por ejemplo, en el II Congreso Nacional de Psicología del Trabajo (1985), A. Montoliu estudia la implantación y desarrollo de un programa que pretende introducir círculos de seguridad en una empresa hidroeléctrica. J. Cantera López (1989), estudia la relación entre alcohol y accidentabilidad laboral sobre 1.800 trabajadores de la pequeña y mediana empresa y propone implantar un programa de intervención formativo-informativa. La tesis de Andrés Rodríguez Fernández (1982), Aproximación psicosociológica a la accidentabilidad laboral, muestra el claro desnivel de los trabajos de investigación española en este tema respecto a la investigación internacional durante, esos mismos años.

Un investigador fundamental en nuestro país en el campo de la seguridad laboral es López-Mena que ha desarrollado un intenso trabajo en el tema. En 1989, publica un trabajo sobre modelos de intervención en Psicología Preventiva, en el que muestra la aplicabilidad del refuerzo social y evalúa el cambio que introduce el psicólogo en Seguridad Industrial. El mismo año, publica el libro «Intervención psicológica en la empresa» que enmarca la intervención bajo la Psicología, del aprendizaje. En este contexto, López Mena describe desde una dimensión práctica los utensilios de la intervención psicológica en la empresa, las consecuencias y los antecedentes de la conducta. Una parte fundamental del libro es la dedicada a los diseños para la evaluación de programas de intervención en las organizaciones, ejemplificando el diseño de finca de base múltiple mediante la aplicación de un programa para incrementar la conducta segura de los trabajadores en dos empresas. Los trabajos de López-Mena están bien conectados con lo que se hace a nivel internacional y constituyen una referencia obligada para la investigación española sobre el tema.

Estos trabajos son solamente algunos ejemplos de las elaboraciones en nuestro país, pero ponen de manifiesto la tónica imperante en relación a la investigación sobre seguridad e higiene en el trabajo, un tema de alto interés social que requiere desarrollar esfuerzos más sistemáticos y continuados de investigación.

Con este propósito sistemático viene trabajando desde 1989 la Línea de Investigación de Seguridad Laboral (LISL) adscrita a la Unidad de Investigación de Psicometría de la Universitat de València. Este equipo se ocupa de la aplicación de la Psicología al campo de la seguridad, higiene y salud laboral. Son sus objetivos explícitos adaptar y desarrollar instrumentos de diagnóstico de aquellas variables psicosociales que influyen en el nivel de seguridad y salud en el trabajo; desarrollar y poner a prueba modelos explicativos de los accidentes laborales evaluando cuantitativamente el impacto en el nivel de seguridad de las variables relevantes; y desarrollar y poner a prueba programas y métodos de intervención para aumentar la seguridad y la salud en el trabajo. La LISL aborda estos objetivos con un trabajo sistemático desde la perspectiva de la probada importancia del factor humano en la seguridad, higiene y salud, de acuerdo con la investigación internacional. La LISL inició sus trabajos mediante una extensa revisión de la literatura, dirigida a investigar los factores relacionados con la ocurrencia de accidentes (Islas y Meliá, 1991). En una segunda fase, contactó con diversos organismos oficiales y privados con el objeto de obtener muestras de sujetos accidentados y no accidentados expuestos a riesgo sobre los que iniciar estudios empíricos orientados a elaborar instrumentos de medida y, posteriormente, elaborar y poner a prueba un modelo de tipo psicosocial causa¡ explicativo de los accidentes laborales. La colaboración de la Generalitat Valenciana permitió disponer de listados de accidentes y la colaboración de las empresas. Esto permitió la recogida de muestras aleatorias de trabajadores accidentados y no accidentados pertenecientes a empresas expuestas a riesgo. Primero, los estudios piloto P1 (N=79) y P2 (N = 35) permitieron descartar hipótesis, variables y procedimientos de trabajo y perfilar los estudios siguientes. El estudio P3 (N= 182) fue desarrollado sobre 11 empresas expuestas a riesgo, utilizando nuevos instrumentos de medida y una nueva orientación de trabajo, con más de una docena de grupos de variables relevantes medidas con diversos indicadores. Con la colaboración de Mutua General se realizaron los estudios P4.1 (N= 123) y P4.2 (N= 124). Estas tres muestras permitieron delimitar un grupo de factores psicosociales y organizacionales implicados en los accidentes laborales y su integración en un primer modelo causal explicativo de los mismos, desarrollando instrumentos de medida adecuados. La LISL ha aportado un nuevo enfoque de estudio de los accidentes laborales desde el punto de vista de la Psicología, alejado de los estudios con enfoque de ingeniería y de los estudios con enfoque de medicina preventiva. Se han creado nuevos constructos e indicadores: un concepto nuevo de clima organizacional hacia la seguridad, un concepto nuevo de riesgo real y de riesgo basa¡, y un paquete nuevo de indicadores de accidentabilidad que han sido sometidos a validación sistemáticamente. Se han elaborado un conjunto de nuevos instrumentos de medida de las variables riesgo real, riesgo basal (Meliá, Sospedra y Rodrigo, 1992), clima hacia la seguridad (Oliver, Tomás, Islas y Meliá, 1992), la respuesta en seguridad de los superiores (Meliá, Sesé, Tomás y Oliver, 1992) y (Tomás, Meliá, Oliver y Sesé, 1992), la respuesta en seguridad de los compañeros (Meliá, Oliver, Tomás y Chisvert, 1992), conducta hacia la seguridad, equipos de protección individual, y otros. Los instrumentos han sido sometidos a un mínimo de tres estudios de validación. También se han replicado estudios extranjeros de medición del clima como la replicación del modelo confirmatorio de Dedobeleer y Béland (P.e., Meliá, Tomás y Oliver, 1992). Se ha elaborado un nuevo modelo teórico explicativo de los accidentes laborales y se ha contrastado sistemáticamente (P.e., Meliá, Oliver y Tomás, 1992). La investigación se está realizando con replicación sistemática multimuestra y, los métodos estadísticos y psicométricos recomendados en la investigación internacional sobre factor humano en seguridad laboral. En la actualidad se ha elaborado una nueva revisión de la literatura sobre modelos teóricos (P.e. Meliá, Ricarte y Arnedo, 1993) y se está elaborando una revisión empírica especialmente orientada a preparar programas de intervención. Desde 1992 LISL está implicada en diversos estudios e intervenciones en empresas orientados a mejorar y perfilar métodos eficaces de incremento y mejora de la Seguridad y la Salud.

5. Conclusión

Actualmente, en nuestro país la Psicología se está abriendo camino en el tema de la seguridad en el trabajo, que presenta un futuro prometedor. Es necesario fomentar y apoyar un proceso de investigación y formación profesional que asegure la eficacia de las tareas del psicólogo en este ámbito. El campo aparece como un posible dominio de expansión profesional que se muestra apetecible y codiciado por diversos colectivos profesionales en mayor o menor grado.

La Ley no establece cual ha de ser la formación universitaria básica que han de aportar los profesionales y técnicos en seguridad de nivel superior. Es evidente que se trata de un campo interdisciplinario y es también evidente que los recursos, métodos y conocimientos que la Psicología puede aportar están profesionalmente -salvo excepciones- sin aprovechar.

La Psicología tiene mucho que decir en toda esta problemática, pero para ello es necesario primero que exista un esfuerzo serio y sistemático de investigación y formación de especialistas psicólogos en Seguridad en el trabajo. Una inmensa y desafiante tarea que está por hacer. Sería un error pensar que el principal reto de la Psicología española es ahora ocupar este terreno profesional sin atender, al menos simultáneamente y de un modo decidido, el desarrollo de la imprescindible investigación y formación profesional. Este no es un campo que los psicólogos tengan que inventar y los muy buenos profesionales que trabajan en él desde hace décadas esperan psicólogos especializados que aporten algo más y bien fundado, con conocimiento de todo lo que ya existe desde otras aproximaciones.

Es posible optimizar la acción pública y privada en intervención considerando los importantes resultados prácticos que algunas décadas de investigación en seguridad desde la Psicología pueden aportar. La prevención de riesgos laborales es un campo de investigación e intervención que requiere de las aportaciones de un amplio número de aproximaciones entre las que es imprescindible que se incorpore la Psicología en el lugar importante que le corresponde. De puertas adentro, queda patente la necesidad de que la Psicología se ocupe a su vez seriamente de la Seguridad en el trabajo, lo que implica fomentar, la investigación, la información, la formación y la divulgación de las realizaciones de esa nueva disciplina llamada Psicología de la Seguridad.

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