Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 2000. Vol. (75).
Philippe Grosbois
Responsable de la Comisión Nacional Especializada en "Psicoterapias" del SNP, representante de la ANOP en el "Standing Commitee of Psycotherapy" de la EFPPA.
"Francia tiene complejo de Asterix. Ahora más que nunca,
parece un país compuesto por orgullosas aldeas galas que no están
dispuestas a ceder jamás un ápice de su terreno. Más de
quince asociaciones, sindicatos y sociedades eruditas están dispuestas
a enfrentarse. En juego: la regulación del título de psicoterapeuta
para separar los charlatanes de los profesionales serios.
A petición del Primer Ministro, el asunto debería cerrarse antes del final de año"
Estas palabras podían leerse en el reciente informe de "L'Express" consagrado al tema "¿Los "psicos" pueden curarlo todo?" , informe que exige algunas rectificaciones con objeto de informar lo más rigurosamente posible a nuestros lectores.
PSICOTERAPIAS E INTERESES ECONÓMICOS
Aunque es cierto que existen divergencias, incluso posturas radicalmente opuestas, entre las distintas asociaciones que representan a todos los agentes socio-profesionales afectados por la práctica de la psicoterapia, lo que realmente está en juego no es la regulación del título de psicoterapeuta, sino más bien el reparto de los ingresos ligados a estas prestaciones entre profesiones reguladas (psicólogos y psiquiatras) y las que no lo están ("psicoterapeutas" y psicoanalistas, cuando estos últimos no declaran su actividad a Hacienda al amparo de una profesión regulada). La perspectiva de la creación de una nueva profesión regulada de "psicoterapeuta" es una opción defendida únicamente por una minoría de especialistas que carecen de identidad, carencia ligada al hecho de que no han seguido ningún tipo de estudios universitarios de psicología clínica o de psiquiatría, o porque no han convalidado más que una parte de este tipo de carrera universitaria. Los intereses en juego se sitúan más en el plano económico y ético: ético porque se trata también de proteger mejor al usuario, no sólo informándole con más seriedad, sino además reflexionando sobre la cuestión de la competencia de los especialistas.
LA DIMENSIÓN ÉTICA
Todos los códigos deontológicos relativos a una profesión ponen de manifiesto el principio de competencia como un deber de cara al usuario: el problema en este caso es que todas las asociaciones involucradas se remiten internamente a un código de estas características que reviste la forma de una declaración de buenas intenciones. Solamente los médicos pueden remitirse a un código legalmente reconocido. Los psicólogos, psicoanalistas y los llamados "psicoterapeutas", se basan en unos principios éticos elaborados en un marco deontológico autoproclamado que no tiene fuerza legal, sino que se limita a una simple recomendación.
Por otra parte, los más activos sobre la escena mediática y parlamentaria (los "psicoterapeutas" agrupados en el Sindicato Nacional de Especialistas de Psicoterapia [SNPPsy] de la Federación Francesa de Psicoterapia [FFdP] o de la European Association of Psychotherapy [EAP]) recurren a una estrategia similar a la de la Iglesia de la Cienciología que publica un boletín informativo titulado "Ética y libertad"... Hacen gala de basarse en unos principios éticos rigurosos en materia de práctica y de formación, pero reivindican un nivel elemental de estudios universitarios equivalente sólo al diploma universitario (en cualquiera de las disciplinas humanas implicadas) para la concesión de su famoso "Certificado Europeo de Psicoterapia". Consideran que la formación teórica impartida por las asociaciones agrupadas en la EAP o en la FFdP tiene el mismo valor que la impartida en la universidad, sacrificando en este sentido la tradición sólidamente arraigada dentro de la corriente de la psicología humanista (mayoritariamente representada en este movimiento reivindicativo) de negar la necesidad de una sólida formación teórica de base para ejercer la psicoterapia.
Basándose en este tipo de argumento, se niega cualquier competencia psicoterápica a las profesiones de psicólogo y de psiquiatra, con la excusa de que algunos de ellos ejercen una actividad psicoterápica "salvaje", sin formación complementaria, mientras que nosotros defendemos al contrario una postura que podría calificarse de maximalista, es decir, que consideramos la formación universitaria de psicología clínica o de psiquiatría de base como necesaria, pero no suficiente, para ejercer una actividad psicoterápica.
Una verdadera postura ética en materia de competencia se situaría más bien a nivel de una sólida formación universitaria de base completada con una formación psicoterápica personal, teórica y clínica a la vez, acompañada por un sistema de supervisión de su práctica psicoterápica que permita cuestionarse su propia implicación afectiva en relación con sus pacientes.
Los charlatanes son siempre los otros... Por ello, acuden cada vez más usuarios al SNP quejándose de haber sido víctimas de especialistas dudosos, bien por su nivel de formación, bien por sus prácticas (en relación con sus tarifas, prácticas de formación éticamente discutibles, marco psicoterápico nebuloso o relativo a técnicas más o menos esotéricas tales como regresiones a "vidas anteriores", etc.). Somos, por tanto, objeto de presiones por parte de algunos usuarios que nos animan a limpiar nuestras filas, creando una categoría profesional. Obviando el carácter marcial de esta perspectiva, no estamos convencidos de que sea la mejor solución para proteger mejor al público. Otra vía podría ser la inscripción de nuestro código deontológico dentro de la ley, de forma que pueda convertirse en una referencia esgrimible ante los tribunales.
HACIA UNA NORMALIZACIÓN DE LAS PRÁCTICAS PSICOTERÁPICAS
Fuimos invitados a participar el pasado 6 de julio en una reunión de la D.G.S. (Dirección General de Sanidad), organizada por la Subdirectora de Sanidad de Poblaciones, Dª Christine d'AUTUME, con objeto de comunicarnos y de conocer nuestra opinión sobre el informe redactado por un representante de la A.F.N.O.R. (Asociación Francesa para la Normalización, que concede los certificados de conformidad de los electrodomésticos y que ha elaborado las normas de calidad para las acciones de formación continua, entre otras actividades) sobre un estudio de la situación de la psicoterapia en Francia. Dicho estudio fue encargado a la AFNOR por la FFdP, lo que ilustra una vez más las estrategias de intervencionismo ministerial a las que nos tiene acostumbrados esta federación que, de este modo, ve reconocida su existencia ante los poderes públicos a falta de una regulación específica a favor de una profesión legalmente reconocida de "psicoterapeuta"...
El estudio de la AFNOR se basa en entrevistas a representantes de varias asociaciones de psicólogos, psiquiatras, psicoanalistas y "psicoterapeutas" de distintas orientaciones. Había unas veinte personas, la mayoría de ellas miembros de las asociaciones anteriormente citadas, que reivindicaban la creación de la profesión de psicoterapeuta, así como representantes de sociedades de psicoanálisis (Sociedad Psicoanalítica de París, Asociación Psicoanalítica de Francia y el IV Grupo), de la Asociación Europea de Psiquiatras, una representante de la Comisión Interministerial de Lucha contra las Sectas y una representante del Colectivo Interasociativo de Usuarios (asociación de consumidores).
El estudio dio lugar a un informe de unas cuarenta páginas, acompañado de anexos reproduciendo varios documentos emanados de las asociaciones entrevistadas. Las conclusiones de este informe dibujan tres posibles escenarios:
1. Los trabajos normativos tendrían por objeto definir un marco para la futura profesión de psicoterapeuta que incluyera a todos los agentes implicados en la práctica de la psicoterapia, incluidas las profesiones ya reguladas.
2. El segundo escenario consistiría en la elaboración de las normas profesionales para ejercer la psicoterapia fuera del ámbito médico, es decir para los "psicoterapeutas", así como para los psicólogos y psicoanalistas que ejercen fuera del marco de una institución médica.
3. El tercer escenario atañería a la información a los consumidores, en otras palabras, consistiría en aportar elementos de transparencia a sus relaciones con los especialistas, sin definir no obstante esas reglas válidas para todos.
Por lo que respecta al primer escenario, la elaboración colectiva en el seno de la AFNOR de un marco profesional aplicable a los especialistas de cualquier origen, ésta lo considera inadecuado y prematuro. La AFNOR hace hincapié, además, en que los psiquiatras y psicólogos, que se oponen ruidosamente a la definición de un título de psicoterapeuta, representan una parte importante de la oferta psicoterapéutica. Cualquier intento por normalizar la actividad psicoterapéutica hoy en día, no conseguiría jamás el deseado consenso y daría como resultado una radicalización aún mayor de las distintas posturas en liza. La AFNOR desestima, por tanto, este primer escenario.
El segundo escenario plantea la cuestión de la viabilidad de la elaboración de unas normas tendentes a aportar transparencia y garantías a las actividades psicoterapéuticas fuera de un marco médico. Esta perspectiva tampoco es aceptada en razón de la protesta, por parte de ciertas asociaciones médicas, de la legitimidad de la práctica de la psicoterapia fuera de las profesiones sanitarias. La AFNOR precisa que la jurisprudencia relativa a la psicoterapia no está estabilizada: "Aunque sea imposible afirmar hoy en día que una persona que practica la psicoterapia sin ser médico sea culpable de ejercer ilegalmente la medicina, tampoco es posible afirmar lo contrario de forma jurídicamente incontestable".
INFORMAR MEJOR AL CONSUMIDOR
La opción elegida por la AFNOR para proponer a la DGS es la tercera. Se trataría de elaborar una guía informativa y de "buenas prácticas" (sic...). "El reconocimiento consensual de estas normas y buenas prácticas por la colectividad de especialistas fomentaría la transparencia de las prácticas psicoterapéuticas entre especialistas y consumidores, así como la correcta valoración de estas actividades y de sus especificidades". La AFNOR subraya que este enfoque eliminaría las dificultades que traban los otros dos escenarios, ya que "toma como punto de partida la psicoterapia en tanto que actividad, en vez de la profesión de psicoterapeuta, que remite inmediatamente a debates no consensuales sobre la cualificación de los individuos".
Para la AFNOR, el inicio de estos trabajos de carácter normativo requiere la movilización de la FFdP, así como el apoyo oficial de las autoridades públicas, en particular de la Secretaría de Estado de Sanidad y de la Dirección General de Consumidores. La AFNOR considera que no parece necesario incluir en este trabajo el psicoanálisis que "en opinión general de los psicoanalistas consultados, responde en su naturaleza a otro enfoque distinto al de la psicoterapia. Los psicoanalistas pueden, no obstante, verse afectados si reconocen que practican también psicoterapias: ése sería el caso de los psicoanalistas jungianos y adlerianos, pero no el de los freudianos y lacanianos...". Parece que la AFNOR no ha entendido bien que algunos psicoanalistas, cuya principal labor consiste en formar a sus futuros colegas, practican psicoterapias de inspiración psicoanalítica, aunque muchos de ellos no se atreven a "confesar" este "pecado", por lo que necesitan una regulación del marco de sus tratamientos ya sean ortodoxos, o revisados y corregidos por Lacan y sus herederos...
Este fascículo documental reuniría distintas informaciones que el consumidor tiene derecho a esperar por parte de un especialista en cada visita: información de carácter general sobre qué es la psicoterapia, descripción de los métodos empleados, enunciado de los principios éticos universales en psicoterapia con independencia del método utilizado, más allá de escuelas y corrientes de pensamiento, así como información relativa a la formación seguida por los especialistas.
La reunión celebrada el pasado 6 de julio en la D.G.S. debe dar lugar a un informe remitido por la Subdirección de Sanidad de Poblaciones a la Secretaría de Estado de Sanidad. Si se confirma la decisión de iniciar los trabajos, se elaboraría una lista de expertos que participarían en una comisión interprofesional en la que estarían representados los distintos agentes implicados; el informe se transmitiría además al Comité de Orientación Estratégica competente de la AFNOR.
¿ ES POSIBLE LLEGAR A UN CONSENSO ENTRE ESPECIALISTAS ?
Lo que el informe de la AFNOR no dice, pero ha quedado patente en las reuniones celebradas en la D.G.S., es que la psicoterapia es una actividad compleja que no puede prestarse a un proceso de "normalización" análogo a los efectuados para los productos alimenticios o industriales. Otro obstáculo lo constituye la confusión voluntariamente mantenida por las asociaciones de "psicoterapeutas" -en las que, vuelvo a recordar, domina la corriente de la psicología humana- entre psicoterapia y "desarrollo personal" y, por tanto, entre comportamiento normal y patológico. Ahí precisamente es donde la especificidad de la formación clínica y psicopatológica del psicólogo clínico y del psiquiatra basa su legitimidad para practicar la psicoterapia, entendida como un conjunto de métodos de tratamiento psicológico dirigido a individuos que padecen dificultades psicológicas, incluso afectados por trastornos mentales.
Existe una divergencia radical sobre la manera de definir la psicoterapia. No se trata de olvidar la historia del "movimiento de desarrollo del potencial humano", nacido en los Estados Unidos como reacción contra la corriente psicoanalítica, en beneficio de una apología de las vivencias corporales emocionales en "el aquí y ahora" y en detrimento de una elaboración mental en el "después" de estas vivencias corporales regresivas e intensas practicadas en grupo. Las estrategias de reconocimiento de una profesión de "psicoterapeuta" desarrolladas por los "terapeutas humanistas" son reveladoras de los intereses económicos que una legalización tal de sus prácticas supondría para ellos que desafían la complejidad del psiquismo humano...
La preocupación, aparentemente loable, por informar mejor a los usuarios esconde de hecho una voluntad de asentar esta corriente de la "psicología humanista" en la escena de las prácticas psicoterápicas a través de un reconocimiento oficial, frente al dominio en Francia de la referencia a la corriente psicoanalítica. Se trata de una cruzada ideológica que toma el aspecto de una lucha contra las profesiones reguladas de psicólogo y psiquiatra que ven denigradas sus competencias en materia de psicoterapia.
En estas condiciones no vemos muy bien cómo podríamos participar con los poderes públicos en un proyecto consensual de clarificación de las prácticas psicoterápicas de cara a los consumidores, en la medida en que dicho proyecto federaría las asociaciones de "psicoterapeutas" anteriormente citadas, so pena de garantizar con esta participación unas prácticas que rebatimos tanto en el plano clínico como en el de la formación. Nos oponemos también a las prácticas de "mailing" (la publicidad tendenciosa realizada por el Certificado Europeo de Psicoterapia) y de "lobbying" (de presión) brutal practicadas por esta misma asociación ante los poderes públicos, la Asamblea Nacional y el Senado, así como en el ámbito europeo (la Dirección General XV encargada de la regulación profesional europea en Bruselas, ante la que se ha presentado una solicitud de reconocimiento de este certificado, y la Unión Europea a la que la European Association of Psychotherapy ha presentado una petición para adquirir naturaleza de Organización No Gubernamental que represente los intereses de todos los especialistas de la psicoterapia y que respondería a demandas de misiones humanitarias).
Frente a estas estrategias perversas de manipulación no podemos más que animar a nuestros colegas psiquiatras y psicoanalistas a que boicoteen, desde sus respectivas asociaciones, cualquier iniciativa que emane de los poderes públicos, dirigida a informar a la opinión pública sin discernir la identidad de los agentes afectados por las prácticas psicoterápicas.